Se fue el director de la Administración del Sistema Portuario Nacional en Veracruz, Romel Eduardo Ledezma Abaroa, bajo una estela de sospechosismo, pues hubo señalamientos de inconformidades de empresarios locales contra el monopolio que existió durante su administración con los jugosos contratos millonarios de obra pública y servicios dentro de la zona marítima y portuaria.
Inconformidades de cámaras empresariales, particularmente de la CMIC, se hicieron presentes porque las obras solo fueron para unos cuantos. Sin embargo, esto no se hizo público, pero a todas voces conocida la molestia.
Un empresario local que, de ser priista, y director de Servicios Públicos en el Ayuntamiento de Veracruz, pasó a ser uno de los magnates de la obra pública federal, fue el capo con el control absoluto de este tipo de trabajos en al menos los tres principales puertos de la entidad veracruzana.
En cada uno, existen Administración Portuaria del gobierno federal, como es Tuxpan y Coatzacoalcos junto con Veracruz, a donde extendió todo su imperio de corrupción, pero el pastel más grande, el que por sí solo daba hasta para ventar hacia arriba, era el del puerto que construyó en 1902, el entonces presidente, Porfirio Díaz.
Lo que no se imaginó entonces el mandatario es que al paso de los años, y los 30 millones de pesos de inversión en la ampliación de los muelles de Veracruz serviría para que a más de un siglo, unos cuantos iban a sabotear la ley de obra pública y las reglas de la administración federal para apoderarse de los millonaria inversión destinada a la ampliación portuaria, multiplicando hasta por 10 o 15 veces esa cantidad en sus ganancias.
Por ello, los empresarios locales veían como el pastel era comido solo por el dueño de empresas constructoras, Tulcin y Moncayo, Caleb Navarro quien junto con sus secuaces enfrenta un negro historial que fue publicado recientemente por el portal La Silla Rota, y desde donde se puede desprender toda la estela de corrupción que une a estas compañías con la vida portuaria de Veracruz.
Se desconoce si la salida de Romel Ledezma fue por esta razón, pues en los códigos militares, los mandos cumplen un periodo a cargo en un puesto y son relevados como medida de seguridad y precisamente para evitar caer en la corrupción.
Pero parece que aquí ese grupo empresarial liderado por el priista Navarro ya les encontró muy bien la medida hasta a los militares.
Esperemos a ver si la nueva autoridad cae en las garras de la tentación y se deja seducir por las cientos de miles o millones de razones que este personaje acostumbra a ofrecer para que sin mancharse un dedo le permitan seguir teniendo todas las canonjías, y prebendas, obteniendo a su vez jugosos contratos y licitaciones, incluso amañadas.
O será que el señor Velázquez Tiscareño muestre su estoicidad y no permita ser mancillado en sus principios de honestidad y rectitud con los que son formados en la milicia o en este caso en la Armada de México?
Carlos Ignacio Velázquez es vicealmirante, estuvo al frente de la dirección general del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), por menos de dos años, y fue responsable de la transición del aeropuerto de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) a la Semar.
Velázquez Tiscareño es Ingeniero Mecánico Naval y Geógrafo, egresado de la Escuela de Aviación Naval de La Paz, en Baja California Sur, donde se graduó como piloto aviador, Segundo Comandante Escuadrón Aeronaval de la Ciudad de México, se ha desempeñado como; Comandante de Aeronave en el Primer Escuadrón Aeronaval de Isla Mujeres, Escuadrón Aéreo de Transportes Presidenciales en la CDMX, y Jefe de Estudios e Instructor de vuelo en la Escuela de Aviación Naval, en Las Bajadas, Veracruz.