Ángel Miguel Cuevas y Pérez, cronista del municipio de Misantla, exploró la evolución de la tradición de las posadas en la localidad.
Testigo de los cambios a lo largo de los años, compartió sus reflexiones sobre cómo esta celebración ha perdido parte de su esencia original.
Según el cronista las posadas, arraigadas en la tradición católica, solían llevarse a cabo principalmente dentro de la iglesia. Inicialmente, las procesiones y cánticos se limitaban al interior del templo, pero con el tiempo se extendieron al atrio y posteriormente a las calles, barrios y colonias.
Cuevas y Pérez señaló que la posada ha experimentado una metamorfosis significativa, pasando de ser una celebración centrada en lo religioso a convertirse en eventos más sociales, con bailes y convivencias.
Esta transformación, en opinión del cronista, ha llevado a una pérdida de la esencia original y religiosa de la posada.
El entrevistado expresó su preocupación por la disminución de la participación de la comunidad en estas festividades, atribuyéndolo en parte a la creciente desconexión de las personas con lo espiritual y su enfoque en lo material.
Destacó la falta de compromiso de las personas adultas y la creciente apatía de los jóvenes hacia las prácticas religiosas.
En relación con la rama, otro elemento tradicional en la región, compartió su punto de vista sobre su origen en Veracruz y su propagación hacia el centro y sur del país y destacó que, aunque la rama es una tradición veracruzana, ha perdido fuerza en otras regiones.
La seguridad y la desconfianza de los padres en permitir que los niños participen también han contribuido a la disminución de la tradición; recordó tiempos en los que los niños salían a cantar desde principios de diciembre, pero la inseguridad ha limitado esta práctica.