México ha buscado erróneamente a lo largo de su historia resolver todos sus problemas con reformas constitucionales, que más allá de favorecer, han vulnerado el texto constitucional con reformas imprecisas y hasta contradictorias, que más allá de buscar la progresividad en derechos humanos, exponen un retroceso.
En un conteo rápido, podríamos referir que la constitución de nuestro país ha sido modificada alrededor de 755 veces desde 1917, colocándola como la más reformada del mundo. La pregunta es ¿después de todas esas modificaciones los problemas han sido resueltos en México? La respuesta es NO.
Lo preocupante es la congruencia de nuestro marco constitucional. Cada legislatura ha llevado a cabo reformas constitucionales como intentando imprimir su nombre; como intentando marcar su sello o huella el texto constitucional, como si ello significará un trofeo. Pero qué hay de nuestra ley suprema, quien se ha ocupado de su congruencia, de su estabilidad.
Es así, que hoy en día contamos con un texto constitucional más extenso y complejo. En México no se terminó de entender que la Constitución debe estar conformada de principios generales, del resto se encargan las leyes y reglamentos, pero hoy en día todo se quiere llevar a la constitución.
A lo largo de la historia se ha buscado llevar a la Constitución lo que normalmente correspondería a leyes secundarias y reglamentos. Ello ha generado sin numero de problemas que, más allá de favorecer, han afectado el avance de nuestro país.
Y así nos encontramos con graves hechos como el de la reforma al poder judicial, donde el texto constitucional fue reformado con gravísimos errores que muestran contradicciones terribles, ya reconocidas por los propios legisladores.
Lamentablemente la forma tan vertiginosa en que el texto constitucional ha cambiado en los últimos años ha traído más problemas que soluciones. Hoy mas que nunca la rigidez constitucional es urgente. La ley suprema requiere de auténticos defensores que coloquen en su texto, una auto protección para evitar abusos y excesos reformistas en su contra. Es aquí donde hay un futuro por delante que analizar y aquí sí reformar ¡tiempo al tiempo!