“No tenía idea de todo lo que iba a venir”, dijo doña Clarita, quien hace cinco años se aventuró en una reñida competencia que la haría convertirse en un ícono de la cocina xalapeña.
MasterChef llegó para cambiarle la vida y, ahora, Clara Carrera Pérez, mejor conocida como doña Clarita, es considerada una de las mejores cocineras de Veracruz y el país.
Enfermera de profesión, de niña jamás soñó con convertirse en cocinera; sin embargo, comenzó a aprender el arte de la cocina a los 9 años de edad, cuando despertó su interés por realizar los platillos de su madre.
“Yo veía cómo mi mamá nos hacía unos frijolitos con huevo riquísimos”, recordó emocionada. Y aunque batalló mucho para obtener recetas de su madre, poco a poco se fue adiestrando, jugando con los ingredientes hasta llegar a crear sus propios platillos.
No obstante, la enfermería también era parte de ella y decidió, desde la secundaria, inclinarse por el club de primeros auxilios.
“Yo era feliz en los desfiles con mi cajita de cartón con una cruz roja y mi cofia... entonces me fui a estudiar la carrera de Enfermería”, señaló.
Actualmente sigue ejerciendo y es titular del Servicio de Enfermería Escolar en la Escuela Secundaria General número 7 ‘Niños Héroes de Chapultepec’, en Xalapa.
Fue en 2016 cuando se presentó la oportunidad que daría un giro radical a su vida. El concurso de televisión MasterChef, en su segunda temporada, buscaba a los mejores cocineros de México y doña Clarita no lo pensó dos veces.
“Una de mis hijas estaba estudiando Gastronomía y me dijo ‘mami, vamos’; me convenció y fuimos (…) Yo vivía con mucha inseguridad, no estaba tan segura de que mi comida gustara tanto”, dijo.
Clara acudió al casting en Xalapa, donde presentó un chile de bola que la posicionó entre los mejores 300, de entre más de 8 mil aspirantes en todo el país. El siguiente casting fue en Silao, Guanajuato, donde preparó una empapatada que la catapultó al grupo de los 50 seleccionados.
“La preparé a las 6 de la mañana y me tocó que la revisaran como a las 3 de la tarde; yo estaba nerviosa, pero cuando la chef Betty la probó, fue algo muy bonito porque dijo ‘esto es México’… de ahí sacó la cuchara y dijo ‘esto es para usted’”, relató.
Los nervios incrementaban, el ambiente se percibía tenso y la competencia era cada vez más fuerte… había que ir ‘cortando cabezas’ para avanzar y ella lo sabía.
Doña Clarita finalmente fue seleccionada entre los 18 participantes y viajó a Colombia para la grabación del concurso, donde mantuvo su línea de comida tradicional; sin embargo, solo logró alcanzar el noveno lugar de la competencia.
“Llegué hasta donde tenía que llegar. La distancia, estar con gente que lo quiere tumbar a uno, no era nada padre, pero siempre traté de nunca perder la cabeza ni que se apoderara de mí el miedo”.
En 2019 llegó la revancha y regresó a pelear los primeros lugares, quedando ahora en séptimo lugar.
Ser una MasterChef le cambió la vida. Ahora, doña Clarita ha conquistado el corazón (y el estómago) de la gente, que no pierde la oportunidad de probar sus platillos y tomarse fotos con ella.
Con ello también llegó más trabajo; es buscada por marcas y empresas para ser imagen o embajadora, lo que mezcla con la administración de su restaurante en la capital veracruzana.
Ahora, doña Clarita no concibe su vida sin la cocina y, si le dieran la oportunidad, volvería a entrar a un concurso, solo por el puro placer de cocinar.
“Se ha convertido en parte de mi vida y voy a seguir hasta que Dios me lo permita”.