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En Veracruz y otros estados, la amenaza del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se intensifica al controlar las actividades criminales y valerse de un nuevo engaño para reclutar sicarios: falsas ofertas de empleo que prometen grandes beneficios laborales, como las que recientemente circularon sobre una supuesta contratación masiva en la planta automotriz Honda, en Celaya, Guanajuato.
La empresa Honda desmintió categóricamente dicha información, pero las autoridades temen que este sea solo otro intento del CJNG para atraer a jóvenes a sus filas mediante reclutamientos forzados.
En los últimos días, circula un anuncio falso que promete una contratación masiva en la planta automotriz Honda. La información rápidamente fue desmentida por la propia empresa, que aclaró que no está realizando ningún tipo de reclutamiento.
Sin embargo, este incidente ha encendido las alarmas sobre el creciente peligro de reclutamientos forzados por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuyas tácticas incluyen atraer a jóvenes mediante falsas promesas laborales.
El analista en temas de seguridad, David Saucedo, explica que esta técnica de atraer a los jóvenes con ofertas laborales ficticias es un patrón comúnmente asociado al CJNG.
En el caso específico de Celaya, Guanajuato, la situación es aún más alarmante debido a la disputa territorial entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL).
Aunque el CJNG no ha podido apoderarse completamente de la ciudad, está intentando reclutar jóvenes para ganar terreno en la lucha por la región, algo que contrasta con las prácticas del CSRL, que prefiere utilizar ofertas económicas y su red de contactos para atraer a los jóvenes.
El reclutamiento forzado del CJNG sigue un patrón claro: anuncios en medios, convocatorias a terminales de autobuses y luego el traslado de los jóvenes a otras localidades, donde se les somete a la voluntad del cártel.
Saucedo hace un llamado a una reforma en el Código Penal para que este tipo de reclutamiento sea sancionado legalmente, ya que actualmente es una práctica difícil de erradicar, a pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades.