El Pico de Orizaba, también conocido como Citlaltépetl, se erige como el más alto de México y el tercer pico más elevado de América del Norte.
Este imponente volcán, ubicado en la frontera entre Puebla y Veracruz, es un desafío irresistible para montañistas de todo el mundo. Su ascenso no es una tarea sencilla y requiere una preparación meticulosa en lo físico, técnico y mental.
Aunque el Pico de Orizaba es accesible para alpinistas con experiencia moderada, los riesgos asociados al "techo de México" son significativos.
La falta de preparación, las adversas condiciones climáticas o la confianza excesiva pueden convertir el reto en una situación de peligro. Según los expertos, el descenso, más que el ascenso, es la etapa más riesgosa de la expedición.
Subir esta montaña demanda una excelente condición física.
Hay dos rutas principales para llegar a la cima: la ruta Tlachichuca, en Puebla, y la ruta de Esperanza, en Veracruz.
Ambas cuentan con refugios, como el Refugio Piedra Grande, a 4,300 metros de altura, donde los montañistas suelen aclimatarse antes de intentar la cumbre.
Este proceso es crucial para evitar el mal de altura, que puede provocar dolores de cabeza intensos, náuseas y fatiga extrema.
El clima en el Pico de Orizaba es impredecible. Las temperaturas pueden caer por debajo de los -10°C, con fuertes vientos que agravan la sensación térmica.
Es indispensable llevar ropa adecuada, como chaquetas impermeables, guantes, gorros y botas de montaña diseñadas para terrenos nevados.
Otros elementos imprescindibles son crampones, piolets, casco, gafas de sol con protección UV, agua, alimentos energéticos y un botiquín de primeros auxilios.
Jesús Bahena, un joven montañista mexicano, relata que su mayor reto no fue el desgaste físico, sino superar la fatiga mental y mantenerse enfocado en cada paso. Conocer la ruta y prepararte para la altura hacen toda la diferencia, afirma.
A pesar de los riesgos, alcanzar la cima del Pico de Orizaba es una experiencia que recompensa con vistas espectaculares.