México está por vivir una de las jornadas electorales más grandes de su historia, donde se renovarán varias gubernaturas, congresos locales y alcaldías, a la par de la Presidencia y las cámaras de diputados y senadores.
En el contexto de este proceso vuelve a surgir la exótica figura de los mapaches electorales, término que todos conocemos pero que a ciencia cierta no conocemos cuál es su función o por qué solo ‘salen de su cueva’ en estos tiempos.
Aunque puede sonar muy tierno, la realidad es que un mapache electoral está lejos de ser una imagen inspiradora, como Rocket de Guardianes de la Galaxia o Pedro, el mapache viral de Tiktok.
Por definición, un mapache electoral es toda aquella persona que busca obstaculizar o interferir en el voto de las personas.
Estos ‘aminales’ suelen estar relacionados con la compra de votos y el muy conocido delito de recoger credenciales, amenazando con no devolverlas a menos que se vote en favor de uno o varios candidatos.
También son quienes organizan el acarreo de votantes y, en algunas ocasiones, provocan varios problemas en las casillas para evitar que se instalen o que las personas puedan votar libremente.
La Real Academia de la Lengua incluyo el término ‘mapachear’ en su diccionario histórico desde 1998, definiéndolo como: “Intervenir [en las elecciones] alterando los resultados fraudulentamente para obtener así un provecho”.
El término fue acuñado en 1995 en un artículo del medio El Informador, donde se le da el significado que hoy conocemos relacionado a la intervención de ‘elementos externos’ en el desarrollo de las elecciones.
Esto es a todas luces un delito electoral, del cual si eres testigo puedes denunciarlo directamente a la Fisel (antes Feade), instancia encargada de atender cualquier situación que afecte el desarrollo correcto del proceso comicial.