En 2023, tres observatorios en la Tierra detectaron una señal proveniente del espacio. La nave espacial ExoMars Trace Gas Orbiter, de la Agencia Espacial Europea (ESA), había enviado una misteriosa transmisión desde Marte, un mensaje que parecía desafiar todo lo que conocíamos hasta entonces.
Aunque simulada por un grupo de artistas y científicos del Instituto SETI, la señal fue diseñada para replicar lo que podría ser una verdadera comunicación extraterrestre.
La complejidad del mensaje, junto con la incertidumbre que generó, motivó a una comunidad global de científicos ciudadanos a embarcarse en un largo proceso para decodificar su contenido.
En mayo de 2023, la señal simulada recorrió los 16 minutos-luz que separan a Marte de la Tierra y fue captada por el Allen Telescope Array, en el norte de California, el Green Bank Telescope en Virginia Occidental y una estación radioastronómica en Italia.
Los datos crudos se publicaron de inmediato en Internet, invitando a científicos y aficionados de todo el mundo a descifrar la transmisión.
Pero lo que se suponía que sería una tarea de semanas, se convirtió en una misión que duró casi un año.
Entre los participantes se encontraban Ken Chaffin y su hija Keli, quienes, tras miles de horas de análisis, lograron decodificar la señal.
La imagen que descifraron revelaba configuraciones de aminoácidos, los bloques fundamentales de la vida.
El mensaje no era estático, sino que se movía, mostrando las configuraciones solo por fracciones de segundo.
A pesar de su descubrimiento, el significado del mensaje sigue siendo un enigma. La comunidad científica aún debate lo que estos aminoácidos podrían representar.
A partir de ahí, sospechó que el mensaje estaba codificado mediante un algoritmo de autómatas celulares, un sistema matemático que genera patrones complejos a partir de reglas simples.
Con esa intuición en mente, Ken utilizó su experiencia en el uso de autómatas para ejecutar varias simulaciones. Después de múltiples intentos, el equipo finalmente logró generar la imagen de los aminoácidos. Esta estructura representaba los componentes fundamentales de la vida, lo que llevó a Ken a preguntarse si el mensaje podría tener algo que ver con la biología extraterrestre.
La imagen, que recordaba a las lecciones de química de su juventud, pareció señalar una clave sobre el origen de la vida, aunque aún queda por interpretar su significado más profundo.
Ahora que se ha decodificado el mensaje, ¿qué significa? Los aminoácidos encontrados podrían sugerir una representación simbólica de la vida, o quizás una referencia a los elementos que conforman la vida en la Tierra.
Algunos participantes del proyecto han especulado que el mensaje podría estar relacionado con la teoría de la panspermia, que sostiene que la vida se origina en el espacio y se disemina por el universo a través de asteroides y cometas.
El equipo detrás de la señal ha sido claro en que no confirmará ni desmentirá ninguna interpretación por ahora.
Al igual que en una verdadera comunicación extraterrestre, la idea es que los receptores del mensaje deben descifrarlo por sí mismos, sin ayuda externa.
A medida que la comunidad científica sigue explorando posibles interpretaciones del mensaje, se ha abierto un debate sobre la naturaleza misma de la comunicación interplanetaria.
¿Cómo podríamos interpretar una señal de una civilización que probablemente tenga una biología, cultura y tecnología completamente distintas a las nuestras?
Ken y Keli Chaffin no tienen una respuesta definitiva. A pesar de su éxito al descifrar los aminoácidos, creen que es posible que el mensaje sea más un ejercicio filosófico que una verdadera solución científica.
El mensaje decodificado ya es un logro en sí mismo, pero el verdadero desafío ahora es entender su significado. La comunidad científica sigue explorando ideas, y mientras tanto, Daniela de Paulis trabaja en un libro que recopilará todas las interpretaciones que han surgido.