Georgina Cooper, la renombrada supermodelo británica, falleció a los 46 años en Grecia, país al que viajó para disfrutar de unas vacaciones junto a su esposo, Nigel Smith, con quien se había casado apenas unos meses antes de su fallecimiento. La noticia de su deceso, confirmado el viernes 8 de noviembre, ha conmovido al mundo de la moda y dejado en duelo a familiares, amigos y colegas. Cooper era una figura muy querida y recordada por su personalidad magnética y su distintivo estilo, que rompió moldes en las décadas de los 90 y 2000.
Su estilo característico y su audaz personalidad también la llevaron a trabajar con diseñadores de gran prestigio en la moda, quienes la eligieron para encabezar campañas y desfilar en importantes eventos de alta costura. Con su aspecto único y su habilidad para desafiar los cánones establecidos, Cooper marcó un hito en la moda y se convirtió en una inspiración para muchas jóvenes modelos que buscaban su lugar en una industria en la que hasta ese momento predominaban los estándares tradicionales.
En los últimos años, la salud de Cooper se vio afectada por complicaciones que se remontan a la época de la pandemia, situación que la llevó a múltiples visitas a hospitales y tratamientos médicos. Durante su estancia en la isla de Kos, Grecia, mientras vacacionaba con su esposo y su hijo, la modelo comenzó a sentir un malestar severo, lo que hizo necesario su traslado a un hospital local. Dada la gravedad de su condición, Cooper fue trasladada de urgencia a un hospital en Creta, donde permaneció ingresada durante cinco días antes de fallecer.
Además de su carrera, Cooper también era madre, y en los últimos años de su vida, decidió retirarse del modelaje para centrarse en su familia. De acuerdo con fuentes cercanas, la modelo priorizó su papel de madre por encima de su carrera, buscando darle una vida estable y cercana a su hijo, una decisión que, según quienes la conocieron, habla del profundo amor que tenía por su familia y su deseo de brindarles una vida llena de apoyo y cercanía.
Su característica "separación dental" fue una de las claves de su éxito, y con el tiempo se convirtió en su sello distintivo.
Georgina Cooper comenzó su carrera en el modelaje a la temprana edad de 13 años, cuando su madre la inscribió en el famoso concurso "Elite Look of The Year". Aunque no ganó el primer lugar, su inusual belleza y el espacio entre sus dientes, algo poco común en la industria, atrajeron rápidamente la atención de las agencias y la llevaron a conseguir el tercer lugar. Desde ese momento, su carrera comenzó a ascender a una velocidad vertiginosa, convirtiéndose en uno de los rostros más reconocibles de su generación.
Síguenos en nuestro canal de WhatsApp y recibe las noticias de todo Veracruz en tiempo real
Durante los años 90, Cooper formó parte de la ola de supermodelos británicas que dominaron la escena de la moda y ayudaron a definir el estilo de la época conocido como "Cool Britannia". Este movimiento fue un símbolo de la cultura pop británica, y Cooper, con su imagen única, fue una de sus principales embajadoras. Amiga cercana de la supermodelo Kate Moss, Cooper no solo compartía con ella las pasarelas, sino que ambas fueron piezas fundamentales en el cambio de los estándares de belleza en la moda, abriendo paso a una visión menos convencional y más inclusiva de lo que significaba ser bella.
La fama de Georgina Cooper no se limitó a las pasarelas. A los 15 años, hizo una aparición memorable en un video musical de la banda de rock Bon Jovi, y su imagen se popularizó en revistas de gran renombre como Vogue (en su edición estadounidense) y The Face, publicaciones en las que su estilo disruptivo y su particular belleza cautivaron al público y los fotógrafos más reconocidos de la industria.
La partida de Georgina Cooper deja un vacío difícil de llenar en el mundo de la moda y la cultura pop. Fue, y seguirá siendo, un ícono que representó una época dorada y una transición en los estándares de belleza.