Escalar el Pico de Orizaba, la montaña más alta de México ubicada entre Puebla y Veracruz, es una experiencia que va más allá de la mera altitud.
El ascenso al Pico de Orizaba es una hazaña que requiere resistencia física y mental. Más allá de la mera conquista de una cima, los alpinistas se encuentran en un entorno natural único que, lamentablemente, se ve afectado por los efectos del cambio climático.
Los alpinistas enfrentan un recorrido desafiante, atravesando condiciones climáticas extremas para alcanzar la cima a 5,636 metros sobre el nivel del mar.
La preparación mental también desempeña un papel crucial durante las horas de ascenso. El miedo a la altura y la incertidumbre se enfrentan con la determinación de llegar a la cima.
Los montañistas aprovechan para alimentarse nutritivamente y, al mismo tiempo, apreciar el paisaje que rodea el refugio.
Si se toma la ruta de viaje en Ciudad Serdán, una parada es en el monumento al montañista, antes de dirigirse a Tlachichuca, considerada la ruta preferida para ascender al Pico de Orizaba.
Aquí, los montañistas se preparan física y mentalmente, ya que la altitud y las condiciones climáticas presentan fuertes desafíos.
Desde el refugio Augusto Pellet a 4,260 metros sobre el nivel del mar, comienza el ascenso, enfrentando a terrenos complejos como el laberinto y el glaciar de Jamapa.
El descenso, aunque menos exigente físicamente, impone sus dificultades.
La vista panorámica desde la cima, que incluye el volcán Sierra Negra y su telescopio milimétrico Alfonso Serrano, ofrece una perspectiva única de la región.