“Un día, sin motivo alguno... una sensación de ansiedad se me vino encima.
Sentí que no podía respirar, por mucho que inhalaba.
Mi corazón palpitaba y parecía salirse del pecho, pensé que podía morir.
Estaba sudando, me sentía mareado y no podía pensar claramente.
Sentía perder el control, como si me estuviera ahogando.
Después de lo que pareció una eternidad, mi respiración se desaceleró
y el miedo desapareció, pero estaba totalmente agotado y acabado.
Cuando estos ataques iniciaron, pensé que me estaba volviendo loco”.
Miedo inminente. Tranquilamente una persona puede caminar por la calle y de repente tener un episodio de miedo intenso durante varios minutos, momento impredecible sin motivo evidente que de igual manera se disipa. Si esto sucede, el sujeto puede tener un tipo de trastorno de ansiedad llamado trastorno de pánico, que se caracteriza por el ataque de pánico. La situación se vuelve angustiante porque piensa que está enferma, con la inquietud de que se repita en cualquier momento. Su vida cambia cuando se siente abandonada a este padecimiento, siente miedo de salir a la calle o quedarse sola en algún lugar sin la ayuda de nadie, por lo que se siente triste y frustrada.
Trastorno de pánico. Se caracteriza por ataques repentinos y repetidos de miedo intenso que duran varios minutos que se conocen como ataques de pánico: temor a un desastre o miedo a perder el control, sensación de que va a tener un ataque al corazón incluso cuando no hay un peligro real. La persona se preocupa ante la posibilidad de tener otro ataque que puede ocurrir en cualquier momento; por tanto, es posible que se sienta avergonzada porque no puede hacer de manera normal sus actividades cotidianas, como ir a la escuela o al trabajo. Según la Organización Mundial de la Salud, tres de cada diez personas sufren de ataques de pánico. Usualmente, inicia a finales de la adolescencia o a principios de la edad adulta y se presenta más en mujeres que en hombres. Sin embargo, una persona que tiene un ataque de pánico, no necesariamente sufre de trastorno de pánico.
Ataque de pánico. Este síntoma es relativamente nuevo. En 1980 se clasificó como un malestar con identidad propia, después de que los profesionales de la salud mental en el mundo reportaron el aumento del número de pacientes con accesos súbitos de terror, se le llamó “ataque de pánico”. Es un episodio de miedo intenso que se presenta de repente, de manera súbita y espontánea, en ausencia de un peligro real y sin motivo aparente; puede ocurrir en cualquier momento o lugar sin previo aviso, seguido de un fuerte estado de ansiedad. La etapa de miedo genera malestar porque altera el estado de ánimo y la tranquilidad de la persona con síntomas: cognitivos, emocionales, fisiológicos y conductuales. Si no recibe tratamiento, puede disminuir su calidad de vida que la puede llevar a otros trastornos mentales. El ataque de pánico, también llamado crisis de pánico, se presenta en casi todos los tipos de trastornos de pánico.
Síntomas. Durante el episodio se presentan los siguientes síntomas: Cognitivos: pensamientos negativos de que se va a entrar en un estado de locura y de que se encuentra en peligro de muerte; Emocionales: angustia, inquietud, temor generalizado, preocupación a la pérdida de control, sensación de irrealidad, dificultad para concentrarse; Físiológicos: dolor en el pecho, aumento de la frecuencia cardiaca, taquicardia, palpitaciones aceleradas del corazón, sensación de asfixia o dificultad para respirar, náuseas, hiperventilación pulmonar, molestia estomacal, tensión muscular, sudoración, debilidad, temblores, mareos, visión borrosa, hormigueo en las manos, escalofríos, aturdimiento, sensación de irrealidad o despersonalización, molestia abdominal e insomnio y Conductales: la necesidad de escapar y de evitar lugares o situaciones que le provocan miedo. Existen algunos síntomas que son recurrentes en muchos trastornos de ansiedad.
Causas. Son varios factores: Biológicos: donde los mecanismos genéticos desempeñan un papel esencial en su desarrollo ante acontecimientos que cambian la vida en general de la persona; Psicológicos: cuando la persona tiene mecanismos de defensa vulnerables ante situaciones de estrés, un número significativo de personas sufren trastorno de pánico debido a experiencias traumáticas en la infancia; y Sociales: los estudios indican la influencia de largos períodos de estrés en la aparición de un ataque de pánico. Cuando una persona se encuentra bajo una enorme presión psicológica y emocional, como la muerte de un ser querido, cambios vitales, laborales o familiares.
Emociones bajo control. El tipo de personalidad propenso a sufrir ataques de pánico, es el de una persona que necesita contener las emociones y tener todo bajo control, que con el tiempo se acumulan hasta el punto de estallar. Cuando se presenta el ataque de pánico, le es difícil admitir que lo que ocurre se origina en su mente no en su cuerpo, y piensa que se está volviendo loca o que se va a morir. El ataque de pánico, es una experiencia o un conflicto inconsciente que no ha sido resuelto. El cuerpo avisa cuando llega el momento de dejar de contener las emociones; así, como un volcán en erupción, la ira y la tristeza, que han dormido en silencio durante años, irrumpen en el cuerpo en forma de angustia. El ataque de pánico es un estallido emocional y una oportunidad para comprender que las emociones no son peligrosas… que lo peligroso es contenerlas.
“Reprimir la ansiedad produce… más ansiedad”
Scott Stossel
Incomprensión de la sociedad. Ninguna persona elige vivir un ataque de pánico. Nadie inventa esos miedos auténticos que atrapan, asfixian y que le quitan el aliento hasta hacerle creer que va a morir. Sin embargo, la incomprensión alrededor de los trastornos mentales intensifica aún más la sensación de angustia y, por supuesto, de soledad. A pesar de ser un trastorno muy común actualmente, es uno de los más desconocidos. Se estima que casi el diez por ciento de la población mundial ha sufrido alguna vez un ataque de pánico. Una persona que sufre ataques de pánico no es débil ni está psicótica. La sociedad actual necesita cambiar las creencias irracionales, tener sensibilidad ante las enfermedades mentales y saber que un periodo de angustia cualquier persona lo puede sufrir en alguna ocasión. Los trastornos mentales tienen tratamiento, pero muchos prejuicios sociales al día de hoy… siguen sin tener cura.
“Valiente no es quien no siente miedo, sino quien se enfrenta al miedo”
Nelson Mandela
Tratamiento. El tratamiento farmacológico requiere de un diagnóstico exacto del médico y un tiempo determinado para surtir efecto; los medicamentos que se utilizan son: ansiolíticos, antidepresivos o anticonvulsivos que tienen efectos secundarios por lo que deben ser recetados, administrados y retirados bajo supervisión médica, y el tratamiento psicológico aplica la técnica de psicoterapia, que resulta muy útil para pacientes con trastorno de pánico, llamada Terapia cognitivo-conductual. Le ayuda a modificar las distorsiones cognitivas o creencias irracionales para generar respuestas emocionales, fisiológicas y conductuales más adecuadas ante distintas situaciones, que le ayuda a disminuir los niveles de ansiedad. Los ataques de pánico pueden desaparecer una vez que aprenda a reaccionar de manera diferente a las sensaciones físicas de miedo y ansiedad que se producen durante los mismos.
Recomendaciones. En el momento en que está sucediendo el ataque, se coloca una bolsa de papel en la boca y se respira lo más despacio posible. Si bien hay algunas controversias porque se indica que trae efectos negativos al organismo -por respirar más dióxido de carbono que oxígeno- lo cierto es que permite aliviar los síntomas. La eficacia de este método es a corto plazo, disminuye la respiración y relaja la hiperventilación. Es preciso que tanto la boca como la nariz se encuentren dentro de la bolsa. Además, debes repetir diez inspiraciones y exhalaciones como máximo. Retira la bolsa, respira normalmente unos quince segundos y repite el proceso; Los ataques de pánico están más que relacionados al estrés y a la ansiedad, y se recomienda hacer ejercicio como: Practicar natación, ciclismo, yoga o meditación pueden ayudar bastante, porque sirven para liberar endorfinas que permiten cambiar el estado de ánimo.
“En el momento en el que te das cuenta de que comienzan los síntomas de un ataque de pánico, es importante emplear estrategias de distracción ante la los pensamientos de miedo o peligro”