Opinión

Acceder a las riquezas que aún se esconden en el subsuelo mexicano y el  revolucionario proyecto que escudriñará las selvas, ríos, montañas, lagos y la multiculturalidad histórica del acervo prehispánico; sin duda acabará con el lastre que dejó la  inercia neoliberal y pondrá motores a este México nuestro que lucha por zafarse de la red anquilosada y corrupta que sumergió al país en la pobreza, el atraso, la desigualdad y la discriminación.  México como el águila que representa su grandeza, está luchando por liberarse de las cadenas que le mantuvieron cautivo.  Manos siniestras y mentes malignas luchan contra esa posibilidad, no dan tregua, pero el presidente tampoco la da, lucha contra viento y marea.  Del otro lado solo unos cuantos, los conservadores, los que ven perdidas sus riquezas mal habidas, los que atacan deliberadamente o huyen tratando de esquivar las cárceles del México al que robaron, saquearon, dañaron sin piedad y sin descanso.

Son otros los tiempos, los proyectos avanzan, el líder que llegó al poder con la fuerza de millones de mexicanos; sale, camina, llega a los lugares más alejados del territorio nacional, recoge el sentir del campesino, del obrero, del maestro, del artesano. Entiende y sabe de las necesidades, las ha vivido.  El hombre, el líder habla el idioma del pueblo.   El presidente de la república no es un improvisado, sabe y conoce de política, conoce las carencias y sabe de las oportunidades.  El proyecto de dos bocas y el tren maya, ocupan la atención de algunas potencias  que ahora ven con preocupación, la cada vez más cercana posibilidad de que México logre su emancipación energética, a eso le apuesta el presidente de la república, esa es la esperanza de todos los mexicanos.  La industria sin chimeneas, el turismo se abre paso y es impulsado por el sureste para beneficio de otros polos turísticos del país.  La magnífica y monumental obra, no llevara en los lomos pobreza y marginación, esta obra generara bienestar y progreso para todos.

La posición del Licenciado Andrés Manuel López Obrador, en este contexto se parece al momento en que los indígenas náhuatl de Anenecuilco Morelos, atosigados y sin esperanza entregaron a Emiliano Zapata las escrituras de sus terrenos, para que este las peleara en el campo de batalla.   México está despertando de un letargo, poco a poco, no como muchos quisieran de un día para otro. No es una tarea fácil, cuando se trata de rearmar un rompecabezas cuyas piezas fueron fragmentadas en mil pedazos.  Una tarea que se antojaba difícil pero no imposible.  El ejecutivo federal sin duda replantea la tesis original de ganar para dar.  Cambiando los roles del poder; pensar con letra grande, apostando para ganar y no para perder.