“En el nuevo modelo de gobierno, el Estado cumplirá su responsabilidad y resolverá las deficiencias y el abandono del sistema público de salud que dejaron décadas de neoliberalismo. Hoy se invierte en infraestructura, personal e insumos para que el 60 por ciento de la población, sin seguridad social, cuente con atención médica y medicamentos gratuitos”, así lo dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador donde recordó que se abandonó el sistema de salud pública, lo mismo que la educación, la producción eléctrica o la producción petrolera con el fin de privatizar servicios por lo que se dejó de invertir, pese a que el Estado tiene la obligación de garantizar derechos como la educación y salud para todos: “Ahora el cambio estriba en que vamos a fortalecer el sistema de salud pública y vamos a invertir en centros de salud, unidades médicas de primer nivel, segundo nivel; mejorar la atención en hospitales de especialidades para que el Estado cumpla con su responsabilidad de garantizar el derecho del pueblo a la salud. Es otro modelo.” (La Jornada).
Si esto no se hubiera realizado ¿qué hubiera pasado en México ante la pandemia del coronavirus?, si no se da un cambio de régimen y hubiera persistido la corrupción, tráfico de medicamentos, destrucción del sistema hospitalario, el atroz adelgazamiento de médicos y enfermeras y sobre todo la cínica corrupción que devastó al sistema nacional de salud.
Andrés Manuel López Obrador, se avocó a restaurar el grave sistema nacional de salud, totalmente devastado en los últimos treinta y seis años, de las que destacan 327 hospitales inaugurados en obra negra, 85 mil millones de pesos saqueados del Seguro Popular, desabasto casi total de medicamentos, la compra y distribución de medicamentos, se concentró en unos cuantos proveedores. Los medicamentos se compraban con sobreprecio, y en muchos casos la inversión pública no garantizaba la disponibilidad de los productos. “No había abasto, comprando a tres, cuatro o hasta 10 veces más el valor real de un medicamento. Había políticos vendiendo medicinas o protegiendo a distribuidores de medicinas” (AMLO).
¿Qué tan preparado estaba México? El estado del sistema de salud en el país era un verdadero desastre.
De acuerdo con el secretario de Salud, Jorge Alcocer, al llegar a la administración actual se encontró un déficit de 200,000 doctores. Según las estimaciones, se requieren 123,000 médicos generales y 72,000 especialistas para cumplir con la norma internacional y avanzar hacia la cobertura universal de salud. Por ello, desde el año pasado, se habían lanzado convocatorias para fortalecer el sistema de salud en el país. En noviembre, se hizo el llamado para pertenecer a los “médicos del bienestar” y unirse a las filas del recién creado Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI).
Apenas en febrero pasado, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, anunció la contratación de 40,000 médicos y enfermeros para el Insabi. “La devastación del sector salud ha sido cada vez más patente”, señala el vocero de SSA. Esta crisis evidencia que el sector “estaba subfinanciado y subatendido en términos de infraestructura y de recursos humanos, a pesar de los enormes recursos que se les destinaba”.
La corrupción y el modelo aplicado a la salud, con el Seguro Popular, dañaron el sistema de salud, afirma. “Hasta que llega a un momento, como éste, en el que al sector le urge el personal que no se contrató durante tantos años”. (BBC).
Parte del problema es que los gobiernos anteriores dejaron cientos de hospitales inconclusos, lo cual obligó a las autoridades sanitarias a establecer un plan de emergencia para cubrir las carencias. Un ejemplo de este rezago son los 327 hospitales, clínicas y centros de salud abandonados o a medio construir, según datos de la Secretaría de Salud. Muchos se construyeron en lugares no adecuados, como cañadas o en terrenos inestables.
En otros casos el proceso de edificación fue deficiente y tras el sismo de septiembre de 2017 ya no fue posible volver a ocuparlos. También hay hospitales especializados construidos en poblaciones donde no se necesitan, o muy apartados de la zona donde se encuentra la población que deberían atender.
Un estudio de la organización Justicia Justa, reveló que desde hace décadas existe una práctica cotidiana de comprar equipo médico, contratar servicios y adquirir medicinas a través de empresas consideradas “fantasma”. Los sismos de 2017 afectaron a decenas de hospitales.
Una estrategia frecuente en los sistemas estatales y el federal. Los activistas revisaron facturas de sólo 90 de las 24,000 instituciones de salud pública que hay en el país. Son, por ejemplo, clínicas, hospitales, farmacias, consultorios y oficinas vinculadas con el servicio sanitario en gobiernos estatales, los municipios y las autoridades federales.
La urgencia por contar con personal suficiente para la parte más crítica de la epidemia aceleró el proceso de búsqueda, por lo que Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), y el Insabi unieron esfuerzos para fortalecer las capacidades de atención médica con la plataforma México contra COVID.
Medios convencionales, y sus personeros afines, han extendido la versión de que México ya supero en muertes a España y a Italia, cuando ambos países, juntos, están por debajo de la población de México.
Lo relevante ha sido que debido a la participación masiva, en el pasado proceso electoral, se dio un cambio de régimen y así, solo así, se ha podido afrontar y enfrentar la pandemia, con hospitales reconstruidos, con la suma de hospitales privados, con miles de miles de médicos y enfermeras y sobre todo con cerrar la llave de las fugas multimillonarias en equipo especializado y medicinas.
Afrontar y enfrentar la epidemia del Covid-19 se ha logrado gracias a la respuesta de millones de mexicanos en su “quédate en casa” y guarda “la sana distancia”, además con el respaldo del Gobierno de China al abastecer de toneladas y toneladas de medicinas, enseres, equipo especializado, al Gobierno de Estados Unidos, Canadá, Cuba y la Unión Europea, al sistema hospitalario privado, y a la AMIS, Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, a las empresas que no despidieron trabajadores, a los sindicatos solidarios, pero sobre todo a la gran masa ciudadana que mostró solidaridad inusitada pese al gran deterioro económico personal y familiar.
El cambio se dio a tiempo, sin endeudamiento público, sin alentar evasión fiscal y sobre todo, dotar de recursos hacia abajo, para frenar el goteo del “aguacero de arriba” por fortuna para México, ojo, esto aún no termina eh?