"El corazón alegre hermosea el rostro, el espíritu triste seca los huesos". proverbio de Salomón.
Es probable que hoy veamos a un buen número de personas, cuyos rostros denotan una profunda tristeza, por todas las situaciones y circunstancias que nos ha tocado vivir como consecuencia de la pandemia. Esto es hasta cierto punto normal, ya que no todos tenemos la capacidad de resiliencia para sobrellevar las pérdidas de seres amados que nunca imaginamos ver partir. Quizá porque fueron pérdidas inesperadas y esa tristeza se ha hecho larga y difícil de superar.
Sin embargo, es importante aceptar que aun cuando son perdidas irreparables, tenemos que dejarlos partir en paz ya que no se puede volver el tiempo atrás. Solo hay que pensar en lo efímera que es la existencia y que nosotros también podemos perder la vida en cualquier momento. Así que, mientras seguimos aquí no debemos permitir que las tormentas, problemas o circunstancias que a veces experimentamos, la destruyan.
Quizá porque me ha tocado ver a una persona muy querida que ha caído en depresión, que me puse a reflexionar sobre ello. La conocí alegre, muy risueña y ahora me preocupa ver que su rostro refleja sufrimiento y profundo temor. La entiendo porque hace muchos años yo pase por un periodo de depresión y se lo que se siente. No puedo hacerme indiferente a su problema. Creo que es en estas circunstancias el apoyo de la familia es muy importante, aunque parece que ella no lo tiene.
Todos hemos pasado o estamos pasando por tiempos de adversidades. Pero no debemos olvidar que no estamos solos. Dios siempre pone ángeles a nuestro alrededor que nos ayudan en nuestras tormentas y es así como logramos superarlas. Solo tenemos que poner lo que está de nuestra parte. Las sabias palabras de Salomon pueden servir de aliento: "El corazón alegre hermosea el rostro". Una sonrisa puede hacer una gran diferencia y abrir muchas puertas. Nos hará la vida más placentera ya que es el antídoto para la depresión.
Lo más importante es que valoremos siempre lo que tenemos. Hay tantas cosas que poseemos y no las sabemos apreciar. Eso hace que nuestro corazón se angustie y que nuestro rostro lo refleje. Una vez que entendamos que sí es posible poner a un lado la tristeza, las cosas van a cambiar. No nos permitamos llegar a ser personas amargadas que sufren y hacen sufrir a los que están a su lado.
Quizá puedas pensar, está persona que escribe lo dice porque no ha experimentado perdidas o graves problemas. Pero les puedo asegurar que no ha sido así. He visto morir a dos de mis hijos en circunstancias adversas, pero me he mantenido de pie porque me he aferrado a Dios, quién me ha sostenido y no me ha dejado sola en ningún momento. Por eso, con conocimiento de causa les puedo decir que sí se puede seguir adelante.
Pero no soy la única. He conocido grandes seres humanos que han vivido cosas peores y con la ayuda de Dios y una buena actitud han salido adelante. Hay que reflexionar en lo que dice Salomón: “El espíritu triste seca los huesos". La tristeza ha llevado a muchos a la tumba. Entonces vivamos la vida con optimismo y mantengamos siempre una sonrisa para alegrar el corazón.