La reciente declaración de Vladimir Putin casi como una ocurrencia tardía mientras se reunía con los héroes de Donbass, sobre su candidatura para las elecciones de 2024 ha capturado la atención del mundo. La noticia no solo revela una nueva fase política en Moscú, sino que también destaca la sorprendente resiliencia económica de Rusia en medio de desafíos como la perdida guerra por parte de Ucrania y las sanciones occidentales que le han intentado debilitar.
La conexión entre la geopolítica y la economía no podría ser más evidente en el caso ruso. La narrativa de Alexander Dugin sobre los frentes de multipolaridad, desde la guerra en Ucrania hasta la consolidación del mundo islámico, proporciona un contexto crítico. En esta escena, la decisión de Putin de postularse nuevamente para la presidencia cobra un significado aún mayor, ya que se espera que continúe liderando a Rusia con su pequeña popularidad del 80% de su población en un período crucial.
Dugin señala que Rusia esta en guerra con el globalismo colectivo occidental, y que el mundo Islámico se está consolidando contra Israel, donde se esta llevando el mayor genocidio sistémico de la población árabe, y donde los países africanos están en frontal guerra contra los regímenes procoloniales de los globalistas franceses de Macron, donde un conflicto abierto puede estallar.
Contrario a las expectativas iniciales, la economía rusa está experimentando un renacer notorio aún al pesar de los rabiosos medios de comunicación de la OTAN, El auge manufacturero, el aumento de las inversiones y la resistencia a las sanciones occidentales. La diversificación de los mercados de exportación, con un aumento en el turismo y un cambio hacia el yuan en las transacciones, desplazando al dólar y al euro en los mecanismos de pagos, muestra una estrategia deliberada de reducir la dependencia de las monedas y las sanciones occidentales.
Las tensiones diplomáticas entre Rusia y Occidente, evidenciadas en la falta de mediación efectiva, son parte del rompecabezas geopolítico. La resistencia rusa a la presión externa se presenta como una búsqueda de multipolaridad, destacando la importancia de la colaboración con China y otras naciones en la construcción de un nuevo orden mundial a través de los BRICS.
En medio del gélido escenario de Moscú y las complejidades geopolíticas, Rusia emerge como un actor desafiante, Vladimir Putin se presenta como un líder crucial, guiando a Rusia hacia un futuro donde la multipolaridad reconfigura el orden mundial. “En lo que se ha descrito correctamente como “hipocresía soberanamente organizada”, hay vislumbres de una posible iniciativa intelectual unida entre Rusia, el Sur Global y unos pocos estadounidenses y europeos disidentes para llevar al Occidente unido a aceptar la multipolaridad. Sin embargo, lo que reina por ahora es lo que se definió como “patrones oscuros”, aún más ahora que el Hegemón está completamente enloquecido mirando el abismo de la humillación cósmica de la OTAN”.