Puebla | 2024-12-21
En Veracruz, Osiel Cárdenas Guillén construyó una red criminal que operó con una eficiencia casi corporativa. Durante años, el estado vivió bajo un dominio silencioso: casas de seguridad disfrazadas de viviendas anodinas, sobornos que fluían como ríos subterráneos, y una red de complicidad que alcanzó las instituciones más altas del poder político.
El imperio de Osiel Cárdenas Guillén no solo traficó drogas: traficó influencia, silencio y cómplices. Tuxpan, Coatzacoalcos, el puerto de Veracruz, Xalapa, adquirieron una nueva dimensión bajo la influencia de Osiel.
Casas de seguridad disfrazadas de viviendas humildes, reuniones clandestinas en salones ostentosos, y caravanas de vehículos que transitaban como sombras por la noche se convirtieron en parte del paisaje. Veracruz no solo era un punto de conexión; era un corazón que bombeaba el flujo constante de drogas hacia el norte del país y Estados Unidos.
La operación, desencadenada por una llamada anónima, reveló no solo los nexos familiares del capo, sino también la red de corrupción que lo respaldaba.
En una casa de la colonia Playa Linda, propiedad del también narcotraficante Raúl Galán, las autoridades encontraron más que sospechosos: hallaron piezas de un rompecabezas que llevaba demasiado tiempo incompleto.
La red criminal de Osiel Cárdenas en el Puerto de Veracruz no se limitaba a sus familiares. Karina del Rosario Mendoza Vázquez, esposa de otro primo del capo, también fue detenida. Llevaba 75 mil pesos.
No era la primera vez que Veracruz aparecía en los titulares por escándalos ligados al narcotráfico. La captura de Albino Quintero Meraz, "El Tío", en 2002, quien también se presenta como familiar directo de Rafael Caro Quintero, ya había dado señales claras de cómo los tentáculos de Osiel Cárdenas llegaban hasta las instituciones más altas.
Documentos filtrados por el FBI revelaron cómo los sobornos fluían: desde "El Licenciado", un intermediario misterioso, hasta altos mandos de la Policía Judicial Estatal, pasando por generales y subsecretarios.
Los nombres no eran secretos. Valentín Romano López, brigadier general y entonces subsecretario de Seguridad Pública; Emilio Gómez Sánchez, "El Cuchillo"; Miguel Torres, secretario particular, según prensa local.
Cada uno recibía su parte, una suma que aseguraba lealtades e impunidad. La caída de Osiel Cárdenas en Veracruz no fue inmediata, sino un proceso de fracturas internas y traiciones.
Un episodio clave se registró en 2003, durante interrogatorios. Karina del Rosario Mendoza Vázquez, esposa de Fernando Valdovinos Guillén, presunto familiar de Osiel, intentó minimizar el origen de los 75 mil pesos que llevaba consigo.
El principio del fin para Osiel Cárdenas en Veracruz antes de su ruptura con Los Zetas, comenzó con una denuncia.
El 11 de diciembre de 2001, la oficina del FBI en México envió un informe a la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). El documento describía cómo la organización de Osiel compraba la lealtad de funcionarios clave en Veracruz, desde Tuxpan hasta Cardel.
La denuncia, firmada por Drew Parenti, señaló con detalle los montos y los destinatarios.
Tras su repatriación a México y con el recuento del paso de Osiel Cárdenas y el de sus principales operadores por Veracruz -algunos de ellos de nueva cuenta activos para otras organizaciones delictivas como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) o Caborca- queda una lección: los cárteles no mueren; mutan. Y muchos políticos van con ellos de la mano...