Xalapa, la capital del estado de Veracruz, al ser una ciudad preferentemente estudiantil y donde la burocracia predomina, los negocios de comida urbana son populares y concurridos en cualquier zona o colonia de la ciudad.
Ya sea ubicados en los portones de casas habitación, casetas instaladas en lugares concurridos como cerca de oficinas o escuelas, clínicas u hospitales, así como en plazas públicas, es común tropezarse con estos negocios donde la mayoría ofrece antojitos típicamente veracruzanos que degustan todo tipo de gente, sin distinción social.
Y es que en algún momento cualquier persona detiene su andar o tiene la rutina de acudir a estos negocios, casi siempre familiares y presididos por una mujer.
Estas mujeres no sólo son las encargadas de elaborar los antojitos (picadas, gorditas, empanadas, tacos, tortas, tostadas y enchiladas, entre los principales platillos que ofrecen), son también señoras que llegan a ganarse el respeto y cariño de sus clientes.
Por todo lo anterior, el caso de una cocinera quien fue agredida por otra mujer, Jazmín N, lanzándole el cazo de aceite hirviendo, en el propio negocio de antojitos de la agredida, ubicado en la colonia Revolución, indignó a la población xalapeña y tal indignación se notó en redes sociales donde se exigió justicia para la trabajadora.
La indignación escaló y se hizo notar a nivel nacional, para que al final, lograra que la Fiscalía Veracruzana diera con el paradero de Jazmín N, y se le dictara "auto de vinculación".
Ante el incidente anterior, es bueno recordar que en Xalapa existen y han existido mujeres que son recordadas con cariño y más allá de sus establecimientos. Son, esas mujeres pacientes, sonrientes inclusive sabias que alimentan no sólo estómagos, también brindan afecto en ratos de convivencia donde la comida es un mero pretexto:
Doña Tlaco´
Hasta hace algunos años, alumnos y académicos de la Unidad de Humanidades, se deleitaban con los tlacoyos y gorditas preparados por Doña Vale o "Doña Tlaco", Valentina Aguilar, quien por cuarenta años o más, tuvo su puesto en ese sitio de la Universidad Veracruzana (UV).
Su fallecimiento ocurrido en 2022 fue lamentado no sólo por estudiantes, también investigadores, docentes y egresados quienes, en más de una ocasión, regresaban por sus famosos tlacoyos.
Cabe destacar que al fallecer, la Facultad de Antropología publicó una esquela en sus sitios de internet y redes sociales, lamentando y agradeciendo haber disfrutado la sazón de Valentina Aguilar que alimentó a cientos de generaciones:
"Hasta siempre Doña Vale, Humanidades se entristece con esta noticia, generaciones de estudiantes y personal de la Unidad en eterno agradecimiento por haberla conocido, por disfrutar su sazón, su amable platica, y hasta consejos, que su toque de sabor le acompañe donde quiera que esté."
También entre la comunidad de Humanidades, se conoce a Doña Lu, quien asegura que trata a los estudiantes como si fuera ella su madre: "Los trato como si fueran mis hijos porque muchos llegan de fuera y extrañan su hogar", se lee en una entrevista publicada en un informativo local.
Doña Lu o Guadalupe Zaragoza Cuevas tiene cerca de 25 años vendiendo tacos de canasta, que también son el delite de quienes viven o circulan cerca de esa zona de la ciudad.
Y en pleno centro de Xalapa, en la calle de Leandro Valle, las tostadas de Doña María, han merecido otros titulares de medios informativos locales, María Domínguez tiene más de 30 años vendiéndolas, y algunas personas aseguran que comerlas son "una tradición".
La Tía Pina
"En aquel Xalapa nocturno de los años ochenta, "tía Pina" pasó a formar parte de la memoria colectiva de los universitarios, allá por el rumbo de los Sauces.", se lee en la página de Facebook, Xalapa Antiguo, donde un usuario recordó a la señora Agripina, querida por estudiantes y trasnochadores xalapeños pues les alimentó de forma económica y cuando los restauranteros ya no tenían locales abiertos, para bajar o aliviar "la cruda".
"Ella era el remedio para los trasnochados y noctámbulos para bajarles la borrachera, subirles el estado de ánimo y llegarán con bien a casa; siempre atendió gentilmente a los desvelados; por ahí pasaron gobernadores, presidentes municipales y un sinnúmero de clientes amantes de la juerga.".
Los nombres de estas mujeres se hicieron famosos no sólo por las delicias que preparaban o por ser así proveedoras en sus hogares, aportando economía a los mismos, también porque en más de una ocasión, fueron ese alimento que no se podía costear y que con cariño obsequiaban o servían con la promesa de luego pagar; fueron esos oídos atentos y hasta consejeros cuando el mal no era sólo el hambre.
Cabe citar que no hay sólo mujeres conocidas por lo anterior, hay otros hombres, como el caso de Don Volo, Augurio González Piña, conocido en el área de Arco Sur, cerca a la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales donde vende sus volovanes desde hace poco más de 25 años.
Pero son quizá los nombres de mujeres las son los que más resuenan, porque como Guadalupe Zaragoza Cuevas afirma: son ellas esas mamás espontáneas que en un determinado momento hacen del arte de cocinar y de su oficio, un acto de amor también, gestado en cualquier colonia o esquina.