La última ubicación registrada por el celular del xalapeño Oswaldo Ramírez, actualmente desaparecido, no fue un lugar cualquiera. Fue un espacio que debería representar protección: las instalaciones de la Policía Auxiliar del Estado de Veracruz, el IPAX.
Jhosajani de Rubí Luna Martínez y él desaparecieron el 19 de enero, dejando un rastro incompleto que termina en un edificio con puertas cerradas y muchas preguntas abiertas. Su desaparición es más que una tragedia local. Es una herida abierta para sus seres amados.
Los dos jóvenes, originarios de Xalapa, salieron de su ciudad el 19 de enero para entregar medicamentos contra el cáncer. Pero lo que comenzó como un acto de ayuda terminó en incertidumbre.
¿Qué pasó realmente el día de su desaparición? La última vez que sus familias tuvieron noticias de ellos, Jhosajani y Oswaldo habían entregado los medicamentos y se dirigieron a desayunar.
Después, dijeron que pasarían un tiempo en el malecón de Veracruz para hacer hora antes de su regreso a Xalapa.
Fue entonces cuando las llamadas cesaron y el silencio empezó a extenderse como un manto frío sobre la vida de sus familiares.
La última ubicación registrada del teléfono de Oswaldo fue las instalaciones del IPAX. Este organismo, adscrito a la Secretaría de Seguridad Pública, se encarga de ofrecer seguridad privada a empresas.
Lejos de brindar respuestas, este dato ha generado más preguntas. ¿Qué hacían allí los jóvenes? ¿Fueron llevados por voluntad propia? ¿Hay registros en video o testigos que puedan arrojar luz sobre el caso?
El celular sigue marcando la ubicación dentro del IPAX. Nadie explica por qué, nadie da una pista de qué ocurrió, dijo a la prensa local uno de los tíos de Oswaldo, quien ha encabezado protestas frente a las oficinas de la Fiscalía General de Veracruz.
Lo último que se supo de ellos es que estaban hablando por teléfono con una persona y le solicitaron ayuda, pero no volvieron a tener comunicación.
Jhosajani, de 18 años, y Oswaldo, de 26, no solo comparten su origen xalapeño y el objetivo de ayudar con medicamentos.
Sus familias describen sus características: ella tiene perforaciones y tatuajes en el cuerpo, mientras que él, además de un tatuaje en el brazo izquierdo, presenta vitíligo en el rostro. Son detalles que para sus seres queridos son más que rasgos físicos: son anclas para no perder la memoria de quienes buscan.
La madre de Jhosajani no se cansa de repetir: quieren que las autoridades les digan la verdad. No piden milagros, sólo respuestas. ¿Quién tiene las respuestas? ¿Por qué los teléfonos dejaron de sonar en un lugar que debía proteger?