Si bien, no se ha logrado una recuperación total a nivel nacional, respecto al mercado laboral en México, el 2022 cerró números favorables al registrar disminución en los niveles de informalidad y por el contrario aumentó lo el ingreso a los servicios de salud.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), durante el año pasado se crearon 1.74 millones trabajos respecto al 2021.
La noticia positiva es que de la generación de empleos totales en México, la mayoría ingresó a la formalidad, como consecuencia de la reforma al outsourcing.
De los 1.74 millones de nuevos ocupados, solamente 31.5 por ciento entró a laborar en la informalidad, es decir, 548,021 personas trabajan bajo este esquema.
Por lo anterior, según la ENOE, que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la tasa de informalidad acumulada ascendió a 55.1 por ciento de la población ocupada al finalizar el año pasado.
Dicho indicador resultó el menor nivel para un cierre de año desde al menos el 2005, año que inicia la base estadística actualiza del INEGI.
La informalidad laboral considera al trabajo no protegido en la actividad agropecuaria, el servicio doméstico remunerado no protegido, así como los trabajadores subordinados quienes, aunque trabajan para unidades económicas formales, lo hacen sin seguridad social.
A la disminución de la informalidad en el territorio nacional, se suma también que de los 1.74 millones de ocupados, 60.6% tuvo acceso a las instituciones de salud públicas y privadas.
Se añade que la población sin empleo bajó el año pasado. Al cierre del 2021 se registraron 2.15 millones de desocupados, mientras en igual periodo del 2022, 1.80 millones, dando una reducción anual de 354,479 personas.
La mejora del mercado laboral tendrá un efecto positivo en la demanda agregada, cuyos vientos en contra parecen haberse moderado en el corto plazo, aunque, para Banorte, la situación permanece complicada.
Además de los resultados de la ENOE, los datos oportunos de diciembre como ventas de ANTAD, AMIA e indicadores IMEF, apuntan a ligera una mejoría en el dinamismo que podría compensar parte del freno de noviembre.
En el arranque del 2023, el desarrollo de algunos factores positivos puede dar un impulso a la demanda, con algunos vientos a favor incluyendo una mejoría relativa en la demanda de Estados Unidos, mayores niveles de IED dado el interés en los esfuerzos del nearshoring, fortaleza en el mercado laboral local.