Hace mucho tiempo, cuando Xalapa no contaba con la urbanización de ahora, las calles eran de terracería, las casas de adobe y una ciudad pequeña que poco a poco iba expandiéndose, ocurrió un fenómeno sobrenatural que cimbró a todo el pueblo (en ese entonces), citandolo como "La maldición de Xalapa", un relato que ha pesar de los años, pone a más de uno a pensar.
Fue hasta 1830 cuando el Congreso del Estado, señaló que Xalapa dejaría de ser pueblo o un anexo de Puebla, para convertirse en ciudad, los investigadores relatan que previo a esas fechas, todo lo que sabe de la capital son cuentos, historias y leyendas que quedaron en la historia para siempre.
La leyenda dice que cuando Xalapa era una villa o pueblo, estaba compuesta por muchas haciendas, lugares que son la base de los relatos que en la actualidad todavía nos dejan muchas preguntas y muchas además, con ganas de dormir con las luces encendidas.
Ejemplo de una historia que no pierde relevancia por los mayores, es la leyenda que cuenta una maldición que existe en Xalapa, haciéndose cada vez más creíble por los problemas de agua que ahora enfrentan las colonias, pareciendo una especie de profecía.Te contamos.
Todo comenzó con el recorrido entre terracería, campo y cultivos de la época, que realizó el campesino Juan Tepach; aquel hombre salió de su casa espantado rumbo a la iglesia en busca de un cura que lo pudiera ayudar a bendecir su hogar, el cual decía estaba tomado por una entidad maligna, un embrujo que hasta la fecha no se sabe exactamente cual era.
Juan señalaba que en su milpa había un cúmulo de piedras que por la noche desprendía unos sonidos extraños que le erizaban la piel a las personas que circulaban por ahí. Harto y desesperado por no saber de donde provenían aquellos sonidos, tomó la decisión de buscar a un sacerdote que pudiera descifrar ese mal que dominaba su hogar.
Cuenta la leyenda que al encontrar al cura y platicarle la historia, Juan Tepach lo llevó al lugar para que escuchará los lamentos que en muchas ocasiones daba la sensación que lo seguían cuando caminaba, incluso las sombras que asustaban a todo aquel que pasara por ahí, y así pudiera ayudarlo a terminar con esos lamentos que aterrorizaban.
El cura al llegar a la casa de Juan Tepach comenzó a rociar el agua bendita por toda la casa, vestido con la tradicional túnica, amarrada con un cordón y sus sandalias, no dejo un rincón sin dar la bendición de Dios al lugar. Aunque, entre más tiempo pasaba en la casa de Juan, el clérigo dudaba de su relato, pensaba que era algo exagerado y no existía tal embrujo. Juan al ver la duda del sacerdote, decidió llevarlo de inmediato a ese cúmulo de piedras donde se escuchaban los lamentos.
El sacerdote, incrédulo, comenzó a rociar agua bendita y rezar. Cuando de pronto, escuchó un estruendo como si un rayo hubiera caído del cielo en las piedras. Al alzar la vista, noto que estas se abrieron y del interior salió un espíritu diabólico, con los ojos rojos y una larga cabellera que cubría todo su cuerpo.
Asombrado, el cura vio el espíritu que aterrorizaba a Juan Tepach, al cual habían despertado con el agua bendita, el clérigo opto por quitar el cordón bendito de su túnica para golpearlo y en el momento que lo alcanzo a atacar; la criatura lanzo un grito que le erizo la piel a ambos y con voz de mujer se alcanzó a escuchar una maldición:
-¡Xalapa morirá por agua!
Al terminar la frase el espíritu se escondió entre las rocas, desapareciendo para siempre o al menos, ante los ojos de algunos.