Xalapa, conocida por su belleza y clima lluvioso, es también una ciudad de leyendas que cautivan y sorprenden a quienes las escuchan. Entre todas ellas, una destaca por su advertencia: "Xalapa morirá por agua". Esta maldición, que se dice fue lanzada por un ser diabólico hace siglos, sigue resonando en la memoria colectiva de sus habitantes, quienes ven en cada escasez de agua un recordatorio de ese oscuro presagio.
La leyenda se remonta a una época lejana, cuando Xalapa no era la ciudad moderna que es hoy, sino un pueblo en crecimiento, con calles de tierra y sencillas casas de adobe. Fue en estos tiempos que Juan Tepach, un humilde campesino, comenzó a experimentar sucesos inexplicables en su hogar, situado a las afueras de la ciudad.
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Según la historia, en su milpa había un cúmulo de piedras del que, cada noche, emanaban extraños lamentos que erizaban la piel de cualquiera que pasara cerca. Algunos afirmaban haber visto sombras espectrales que parecían cobrar vida alrededor de esas piedras, lo que hizo que Juan se preocupara por la presencia de fuerzas oscuras.
Desesperado, Juan decidió acudir al sacerdote del pueblo en busca de ayuda, convencido de que solo una intervención divina podría librarlo de aquella amenaza. El sacerdote, al principio escéptico, aceptó finalmente acompañar a Juan para bendecir su casa y, si era necesario, enfrentarse a lo desconocido.
Se dice, que al llegar a la milpa, el sacerdote comenzó a rociar agua bendita y a rezar por todos los rincones de la propiedad, en un intento de purificar el lugar. A medida que avanzaba, notó que la atmósfera se volvía cada vez más pesada y un extraño silencio invadía el lugar. Cuando finalmente llegó al cúmulo de piedras y roció sobre él el agua bendita, un estruendo sacudió la tierra y las piedras se abrieron, revelando una presencia aterradora.
Del interior surgió una figura diabólica, de ojos rojos encendidos y un largo cabello negro que cubría su cuerpo. Su mirada ardiente y su presencia maligna hicieron que el sacerdote sintiera un pavor desconocido, pero no retrocedió. Armado con el cordón bendito de su sotana, intentó ahuyentar al ser golpeándolo con todas sus fuerzas. La criatura, sin inmutarse, lanzó un grito desgarrador que resonó como un eco en el lugar, y con voz de mujer pronunció su maldición: "Xalapa morirá por agua".
Dicho esto, el ser desapareció entre las piedras, dejando tras de sí una atmósfera de miedo. Aquella fue la última vez que el ser fue visto, pero su maldición quedó grabada en la mente del sacerdote, de Juan y de todos los que supieron de la historia.
Desde entonces, la frase "Xalapa morirá por agua" se convirtió en un oscuro recordatorio para los xalapeños. Ahora, con el paso de los años, las lluvias torrenciales han dejado inundaciones y deslaves en las calles de la capital, sumado a eso, la escasez de agua y sequías constantes, hacen que esta leyenda 'cobre fuerza'.