El alto clero de Veracruz protege a una red de presuntos sacerdotes pedófilos en la Arquidiócesis de Xalapa, quienes incluso han sido también encubiertos por personal de la Fiscalía General del Estado, denunció a Imagen del Golfo Fernando M, víctima de abuso sexual del sacerdote Carlos C M.
Hay varias presuntas víctimas -al menos 5 personas, 3 hombres y 2 mujeres-, quienes se han acercado a Fernando para decirle que también sufrieron abusos y que la Arquidiócesis de Xalapa los ha contactado y pedido silencio. No quieren denunciar. Tienen miedo.
Fernando también lo tiene. Pero también hambre de justicia. A la edad de 10 años, el niño Fernando, entonces monaguillo, sufrió abusos sexuales del sacerdote Carlos C M, quien bajo amenazas y golpes, presumió su influencia dentro de la Iglesia Católica, su cercanía con el arzobispo Hipólito Reyes Larios, gracias al Colegio de Consultores, y su impunidad por tener también contactos en la política.
Fernando era un niño que quería ser sacerdote, huérfano de padre. Padeció 10 años de violencia sexual y golpes a manos de un sacerdote.
‘Mi perspectiva cambió. Yo ya no veía a la Iglesia o a las personas como cercanas a dios y todo eso. Toda tu perspectiva cambia. Cambia y empieza uno a tener frustraciones, a dolerse del cuerpo, a dolerse del alma, a estar cuidándose. Te empiezas a sentir señalado. Y empiezas a sentir el temor de que ya sabes la hora en que él (el sacerdote) abusa de ti. Y tienes que ir. Porque te dice que es tu obligación, que nadie te va a creer, que le dirá a tu mamá y a todos que eres su pareja’.
Al paso del tiempo, Fernando comprobaría que era cierto lo que le decía el sacerdote: tenía plena impunidad para abusar sexualmente de un niño: al acudir a confesarse con otro religioso y narrarle que era víctima de abusos sexuales a manos del cura Carlos C M, su respuesta lo dejó helado. Él era el culpable de que el sacerdote lo ultrajara.
‘Reza dos padres nuestros y 3 avemarías. Y dios te tiene que perdonar a ti…. Ahí fue donde yo me di cuenta que una de las amenazas que él me hacía era cierta. Los sacerdotes lo encubrían y lo iban a apoyar’.
A lo largo de su vida y a consecuencia de los abusos sexuales que sufrió, Fernando ha sufrido depresiones y descartó hasta proceder contra su verdugo. Sin embargo, tras una serie de situaciones trágicas que lo orillaron al suicidio, decidió tomar valor y proceder contra la red de sacerdotes violentadores.
El Juzgado Cuarto de Primera Instancia, en el juicio ordinario civil 313/2022, dictaminó que el presbítero y la Iglesia deben pagar una cantidad de dinero que será determinada por peritos en psicología en materia socioeconómica y en materia de trabajo.
Esta decisión fue emitida en enero del año en curso y subrayó la necesidad de que la compensación sea apropiada y proporcional, considerando la gravedad de la afectación tanto física como mental.
La Conferencia Episcopal Mexicana instruyó al presbítero José Manuel Suazo para que actuara ante el delito cometido, pero hasta la fecha no se ha cumplido con la reparación del daño ordenada por un juez.
Además, se tomaron en cuenta las pérdidas de oportunidades, especialmente en términos de empleo, educación y prestaciones sociales.
También se consideraron los gastos de asistencia legal, servicios médicos, psicológicos y sociales necesarios para la reparación integral de los derechos morales afectados.
En un encuentro con autoridades de la Iglesia en Xalapa, en un primer momento a Fernando le admitieron que el religioso había confesado su delito y que denunciara e hiciera lo que conforme a derecho él considerara pertinente, pues el papa Francisco no toleraba a los depredadores sexuales en la Iglesia.
La víctima expuso su interacción con varios miembros de la Arquidiócesis, incluyendo al vicario general, Salvador Morales Casas, y a Sotero Domínguez, quienes tomaron su declaración.
De acuerdo con Fernando N, el padre Sotero prometió ayuda, pero después de tomar su declaración no hubo avances.
El departamento jurídico, representado por el padre Jacinto Rojas y el padre Erick Aguilar, le expuso que enviarían su caso a Roma.
Fernando relató que en plena audiencia el padre Erick Aguilar se burló de los abusos sexuales que sufrió, le dijo que no exagerara y que se investigaría a fondo.
Continuó insistiendo hasta que el obispo José Trinidad lo atendió y le informó que había hablado con el padre Carlos, quien aceptó la responsabilidad y prometió hacer justicia.
Pese al reconocimiento de abusos sexuales, el sacerdote Carlos C M en tiempo reciente aparece en celebraciones religiosas al lado del obispo José Trinidad y el arzobispo, Jorge Carlos Patrón Wong, quienes Fernando teme que se hayan convertido en protectores de pedófilos y no en guías religiosos.
Ante las evidencias del caso, el arzobispo Jorge Carlos Patrón Wong, en agosto de 2022, simplemente rezó por él y le pidió perdón, sin tomar ninguna medida para reparar el daño.
También se comunicó con el padre José Manuel Suazo, quien supuestamente lo contactaría, pero solo le respondió que estaban siguiendo un protocolo.
A pesar de sus esfuerzos por contactar a varios sacerdotes de la Diócesis de Xalapa, no recibió respuestas.
A la par la propia Arquidiócesis propagó la versión de que era un extorsionador, que obedecía órdenes del demonio para atacar sistemáticamente a la Iglesia, pero que ya se procedía contra él.
A consecuencia de su proceso legal, ha recibido amenazas de la propia Arquidiócesis de Xalapa que lo obligaron a irse del estado de Veracruz, aseguró.
Tras la serie de amenazas que ha venido sufriendo, Fernando responsabilizó de cualquier cosa que le suceda a él o a su familia al sacerdote Carlos C M, al obispo José Trinidad, al arzobispo Jorge Carlos Patrón Wong, al presbítero José Manuel Suazo, a los sacerdotes Jacinto Rojas, Erick Aguilar, Salvador Morales y a la Fiscalía General de Veracruz, cuyo personal filtró información a la Arquidiócesis de Xalapa desde el primer momento en que acudió a denunciar.