Juan Herrera Vázquez era un hombre enorme, de oficio cargador
Toda ciudad tiene sus historias, las cuales son protagonizadas por personajes que ya forman parte de las calles, de la gente.
Estos personajes se convierten en emblemas de las ciudades, conocidos ya sea por su ocupación, algún hecho o por su posición cultural; y pueden ser conocidos únicamente entre la población de manera coloquial, por su apoyo, por su nombre completo o por ser reconocidos de manera oficial por las autoridades.
Y Xalapa no es la excepción, aquí hay muchos personajes por ser una capital. Uno de los personajes que probablemente sea de los más famosos de las últimas décadas, y que la mayoría de personas nacidas en Xalapa antes de 1980 recuerdan con claridad a "Juanote".
SU PECULIAR VIDA
Juan Herrera Vázquez nació en la capital veracruzana en el año de 1919. Sus padres eran originarios de Tlapacoyan.
De su padre heredó su personalidad: una persona honesta, recta, responsable y honrada, que sabía distinguir a las personas hipócritas y las malas acciones.
Inició en el oficio de Cargador cómo su padre, desde los once o doce años, los xalapeños le confiaban los cambios de casas, los acomodos que él decidiera, las galantes entregas necesitadas de discreción y el cuidado de bienes que los dueños consideraban valiosos.
"Juanote" recorría a pie trayectos largos para cumplir con los traslados, en épocas que sólo existían veredas para llegar fatigado a lejanos lugares desde Xalapa.
Tenía un número de cargador que era el 13, pues a él le parecía de buena suerte.
Su sobrenombre lo indica, fue una persona "grande", ya que medía casi 2 metros de altura y pesaba más de 100 kilogramos, lo que le daba toda la fuerza necesaria para cargar cualquier cosa, desde una pequeña joya en su estuche hasta un piano.
UN AMANTE DE LA MÚSICA CLÁSICA
Otra de las cosas más destacables en la vida de este hombre es que fue un gran seguidor de la música clásica, y posiblemente fue el xalapeño más conocedor de este ámbito.
A pesar de ser de origen humilde y tener poca preparación académica, cada semana, desde muy joven, acudía al Teatro del Estado a los conciertos y ensayos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, de cuyos miembros se ganó respeto y admiración, así como un lugar preferencial y gratuito en el teatro. Según quienes lo conocieron, sus conciertos favoritos eran la Sinfonía No. 5 de Shostakovich y el Concierto para Piano No. 1 de Mozart.