Guiado por su padre, Víctor Hugo Ortiz Ortiz, emprendió en el oficio de zapatero desde muy joven, pues ayudaba a su progenitor a atender el negocio ubicado en un local del mercado Hidalgo del puerto de Veracruz.
Pese a que compartió que es un oficio muy noble, dijo que en Veracruz actualmente ya no hay otros zapateros más aquellas familias que se lo inculcaron a sus hijos, tal como su caso.
Lo anterior, aseguró, como consecuencia de las grandes empresas y maquilas que fabrican y casi regalan calzado desechable, aunque no descartó que haya quienes se preocupan por aprovechar al máximo y acuden a las reparaciones.
“Nuestros clientes son específicamente las personas que trabajan en oficinas o fábricas y tienen zapatos especiales, pues éstos suelen tener un precio más elevado y por ende son más valorados.”
Los servicios más solicitados por los clientes, comentó que son los remiendos, coser la suelas y poner tapas a las zapatillas.
Coser un zapato actualmente le lleva de 1 hora y 30 minutos a 2 horas, trabajo que anteriormente se hacía con mayor rapidez, sin embargo a raíz de la pandemia, se vio en la necesidad de reducir el personal y por ello se extendió el tiempo de reparación.
La inflación también está afectando a los zapateros, pues han presentado incrementos en algunos de los materiales que utilizan para realizar las composturas.
“Todo ha subido actualmente y es evidente que nosotros tampoco nos salvamos. Los pegamentos, pinturas y otros materiales que utilizamos también subieron y aunque el servicio no está por las nubes, si hicimos un ajuste”, compartió Víctor Hugo.
Además de eso, detalló a fin de no elevar tanto el precio de reparación y poder competir entre el mercado, se vio en la necesidad de reducir el margen de ganancias, hecho que también genera impacto.
Finalmente, debido al amor y pasión por la noble labor del zapatero, Víctor Hugo, explicó que a fin de ofrecer más también implementó la compostura de cierres en mochilas y bolsas, trabajo que le brinda un ingreso extra.
Fotos: Iván López.
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