Asegura tener 200 años, pero que la Santísima le ha quitado 140.
No es lo único que ha reducido; de su sobrenombre de Charro Negro, con el que se le conoce ya no queda el traje típico de Jalisco ni el sombrero, sino una falda corta que le llega arriba de la rodilla y una peluca.
De ahí que le envía un mensaje a quienes aseguran que ‘ya no es charro, es charra’, y sin rodeos afirma: “a todos ésos mándenlos a chingar a su madre”.
El Charro Negro, como se le conoce, no sólo ha cambiado su anterior traje negro, por una falda y sandalias; también su movilidad: sigue en su templo en la colonia Asociación Civil, junto a Lomas del Vergel; y por las mañanas es checador de autobuses del transporte público urbano que pasan por el Infonavit Buenavista, La Reserva, Lázaro Cárdenas, El Vergel, Lomas del Vergel y Nuevo Veracruz.
Sobre la calle Cisne en La Reserva, desde varios metros antes de llegar a la Escuela Secundaria Federal Número 6 se percibe la silueta de una persona robusta, sentada en los escalones de un pequeño comercio ubicada en la acera.
Quien busque un charro con traje color negro, como los que usaba Jorge Negrete, no lo hallará.
Distinguirá a alguien más alto y corpulento de lo que sería una mujer, cuyo vestuario está formado por falda oscura (negra), sandalias enormes, además de la peluca de cabello corto y lacio.
Explica que dejó de usar pantalones, camisas y zapatos, todo en color negro, por mandato “de ella”, a quien bajo ninguna circunstancia se refiere con la palabra ‘Muerte’ y prefiere aludir como ‘Santísima’.
Quien lo conoció vestido de negro cuando deambulaba en las inmediaciones de los mercados, entonces sí vestido como el Charro Negro, no podría concebir que aún deje imponer su presencia pero vestido como mujer.
El Charro Negro señala que las primeras apariciones de ‘la Santísima’ se dieron en el mar, cuando él tenía entre 7 y 8 años de edad y acompañaba a su papá a pescar, porque su oficio era de pescador.
“Había una mujer muy guapa atrás de mis espaldas y esa mujer era la Santísima, la flaca; ella estaba en el mar, en una piedra, riéndose, se reía conmigo y me tiró unos besos y esos besos se hicieron estrellas.
“Quiere decir que la Santísima siempre estuvo conmigo; era una mujer muy guapa, güera, rubia. Ésa fue la primera vez y la seguí viendo, mi papá nunca se volteó”.
Y como sólo se le apareció a él, su padre jamás le creyó sus teorías de apariciones.
Explica que cuando iban al mar, su padre solía dejarlo en el bajo de San Juan de Ulúa y ahí tuvo muchas apariciones de su Santísima.
El Charro Negro cuenta que cuando tenía 14 años de edad le hicieron un tatuaje de la Muerte, y desde entonces se convirtió en su protectora: le ha dado mucho trabajo y dinero y no lo abandona.
Él le puso un altar y al cabo de los años le hizo un santuario porque según él, ella así lo quería.
“Puse el santuario, de corazón, no por interés. La gente lo pone por interés, en el carro, en su casa, se la ponen de tatuaje para que les dé dinero pero nunca les va a dar dinero a ellos, se los quitará porque no es juego ponerla y después quitarla: o la pones o no pongas nada.
“El que la pone y la quita, se queda en la calle: ella le quita su marido, le quita algo (...), yo jamás la quité, la puse de 14 años, fui policía, fui lavacarros, todo lo que ella me puso en el camino, me puso de curandero”, subraya el Charro Negro.
Advierte que a los charlatanes que estafan en nombre de ella les da su castigo, como le ocurrió a la esposa de él, aunque no entró en detalles.
El Charro Negro afirmó que las personas que más se han beneficiado de la ‘Santísima’ son las personas más ingratas y entre ellas se refirió a quienes han sido capos de grupos delictivos en México.
Dijo que a todos ellos les cobra su avaricia por no compartir su beneficio y al final los pone en su lugar: cárceles de México y de Estados Unidos.
“Todos los narcos tienen a la Santísima porque los protege, los ayuda, su paso de dinero y de armas, hasta que dice ‘hasta aquí llegaste’, como un día me va a llegar a mí, ‘hasta aquí llegaste Charro, se acabó tu juego’, me va a matar y me va a quitar todo”, sentencia el Charro Negro.
Resalta que esa situación lleva siempre una sentencia.
“Esto es como una mafia, te metes con la Santísima y ya no puedes salir, y al que se mete y después la regala, lo deja solo”, señala el Charro Negro.
Reitera que a él le fue muy bien porque siempre le cumplió y llegó a ganar hasta 10 mil pesos diarios. Hasta corrió a su mujer porque le exigió que se deshiciera de la ‘Santísima’.
El Charro Negro destaca que los seguidores de la ‘Santísima Muerte’, como la llaman, la festejan, es bondadosa pero muy celosa.
Sus seguidores le organizan una fiesta, la comida, para que les dé trabajo todo el año, con mariachis, lo que cada quién pueda llevarle, para que todo el año les dé trabajo.
Y como siempre, ella castiga a sus provocadores.
“La gente que está en contra de esta ropa se ríe, se carcajea”... pero asegura que la figura del Charro Negro es el Diablo o el ‘padrino’.
“Nunca prometí vestirme de mujer, hasta para dormir me acuesto así, la ropa no me la quito ni para dormir porque tengo miedo”, señala el Charro Negro.
Para dejar la ropa de mujer y volver a la de hombre tiene que pedirle permiso, hablar con ella y llevarle un regalo.