El consumo de las sustancias psicodélicas ha aumentado, principalmente entre empresarios, pues hay mucha gente ese mundo que realiza ceremonias de ayahuasca o sapito e incluso el consumo de hongos es más común de lo que uno se imagina, algunas personas aseguran que con estas actividades les es más fácil perder el miedo a decir cosas que antes no dirían o incluso mucha mas gente sale del “closet”.
Es posible ubicar tres grandes olas de consumo de psicodélicos: la primera, en sus orígenes, con fines médicos y ceremoniales en culturas prehispánicas; la segunda, en los revolucionarios años 60’s, con el movimiento hippie; y la tercera, en la última década con el consumo terapéutico, incluso en altos estratos sociales.
Un biólogo enfocado en neurofisiología argumenta que hay dos maneras en que se puede llegar a interpretar este consumo de psicodélicos, el primero es por la enorme influencia que tiene esta actividad en la industria informática, pues su consumo es normal en desarrolladores de tecnología en Silicon Valley.
Y el segundo, es el idealismo acerca de la experiencia psicodélica como promotora de la llamada expansión de la consciencia, “podría significar que con un uso adecuado, sirva para catalizar la resolución de diversos conflictos que han afectado seriamente a la población mundial”, explica el integrante de los colectivos Vía Synapsis, Sociedad Mexicana de la Psilocibina y Mindsurf.