Las vulcanizadoras de Misantla están sufriendo una crisis muy severa ante la situación generada por la cuarentena sanitaria, lo que para algunos solo medio la libran sólo para pagar su renta y luz.
En Misantla existen poco más de 15 negocios de reparación de llantas, las cuales en los últimos tres meses han venido disminuyendo sus servicios y, por ende, sus ingresos, lo que les preocupa, pues en algunos de estos talleres, sus propietarios van al día y solo deben de emplearse ellos mismos debido a que no pueden dar empleos a ayudantes.
“Sí hemos resentido al menos 3 meses, no hay trabajo, medio venimos sacando para la comida, ya se acerca el pago de luz y renta, y es donde le pensamos. Si no trabajamos la familia no puede comer; antes de que se viniera la cuarentena nos hacíamos unas 20 talachas al día. Hoy muchas son 3 al día, no hay nada y las que eran nuestro fuerte aquí eran las pasajeras, pero ahora ya no he escuchado que algunas ya las pararon, porque también dicen no les da, más que no pueden cargar mucho y les redujeron el pasaje”, explicaba Eleazar Morales, propietario de una vulcanizadora en calle Xalapa, salida al municipio de Tenochtitlán.
Sentado en un viejo asiento, explicó que algunas personas que se dedican a este oficio, sus entradas han bajado de entre un 30% a 50%, lo que les hace más cruda su realidad.
Lo único que está al día, es el aire o calibración de llantas: algunas automovilistas le dejan para el ‘chesco’ como dice, pero no es un ingreso estable, pero confía que en lo breve se regularice su labor.
“Yo aquí llego a las 7:30 de la mañana, y me voy hasta las 8 de la noche. Debo de venir a trabajar, porque si no me cortan la luz que ocupo para la compresora. Juntar para el pago de la renta, luego que se vino la cuarentena, más o menos se mantenían con la gente local, pero desde que entró más duro la cuarentena, esto se fue para abajo”.
En tono resignado manifestó que en estas semanas ha estado estirando lo poco que puede ingresar para que le rinda el dinero.
Solamente percibe propinas. Lo más lamentable que el caso de Eleazar, como algunos de sus compañeros no cuentan con un subsidio, nadie voltea a verlos para darles una pequeña despensa y llevárselas a sus familias.
Tiene es la fe en que esto pronto se termine, “pues que tengamos chamba, que esto ya se acabe, y aquí los esperamos para arreglar sus ponchaduras, lo que queremos es trabajar y que no nos vallan a decir que debamos de cerrar, pero confiamos que pronto salgamos de esta”.