Un estudio publicado en la revista Science ha revelado un descubrimiento sorprendente sobre un colorante alimentario comúnmente utilizado en los populares snacks Cheetos.
Este hallazgo, aunque impactante, podría abrir nuevas puertas en el ámbito médico, con posibles aplicaciones en la detección de enfermedades y procedimientos clínicos. La investigación ha generado interés por sus posibles implicaciones, pero también ha suscitado preguntas sobre el uso de estos colorantes en los alimentos que consumimos diariamente.
La investigación, que involucró a un grupo de ratones, encontró que la tartrazina, el colorante responsable del característico tono amarillento de estos bocadillos, puede hacer que los cuerpos de los ratones sufran este extraño efecto.
De acuerdo con los investigadores, la tartrazina, también conocida como FD&C Amarillo No. 5, fue probada en ratones de laboratorio, logrando que la piel de estos animales se volviera transparente.
El proceso detrás de este fenómeno se relaciona con la interacción de la luz con las células grasas y acuosas. Al aplicarse el tinte, se altera la forma en que la luz se refracta a través de las células, permitiendo la transparencia de la piel.
El avance fue descrito por Christopher Rowlands, uno de los investigadores que revisó el estudio, como “simple pero increíblemente inteligente”.
Aunque el descubrimiento ha generado gran interés, los científicos aseguran que las dosis de tartrazina utilizadas en los Cheetos son significativamente menores que las probadas en los ratones.
Por lo tanto, no hay riesgo de que los consumidores experimenten transparencia de su piel al ingerir el snack. De hecho, los investigadores aún no han probado este procedimiento en humanos debido a que la piel humana es aproximadamente diez veces más gruesa que la de los ratones, lo que representa un reto adicional.
Sin embargo, el equipo de investigación planea realizar pruebas en humanos en el futuro, con el objetivo de explorar posibles aplicaciones médicas.
Una de las posibles utilidades del tinte en dosis más altas sería facilitar la visualización de venas para procedimientos como la extracción de sangre, lo que podría revolucionar prácticas clínicas.