Spotify, una de las plataformas de streaming más influyentes del mundo, ha sido señalada por utilizar música de "artistas fantasma" para reducir costos en regalías.
El controvertido modelo, según revela Liz Pelly en su libro recientemente publicado y destacado por Harper´s Magazine, habría permitido a la empresa llenar sus listas de reproducción más populares con canciones de producción barata, afectando a músicos genuinos.
Desde hace años, diversos reportes han sugerido que Spotify incluye música creada por empresas de producción, no por músicos reconocidos, en listas de reproducción populares como "Chill Instrumental Beats" o "Lo-Fi House".
Los artistas inexistentes suelen estar vinculados a compañías como Epidemic Sound, especializadas en música de archivo para contenido comercial, pero no tienen presencia pública ni historial verificable.
Un ejemplo señalado en la investigación es el "artista" llamado Ekfat, cuyas pistas han acumulado millones de reproducciones en Spotify, a pesar de que su perfil carece de biografía o información verificable.
Las canciones, aunque populares, fueron diseñadas para cumplir con el programa interno de Spotify denominado Perfect Fit Content (PFC), según Pelly.
Liz Pelly documenta que Spotify mantiene acuerdos con empresas de producción que crean música para llenar listas de reproducción estratégicas.
Las pistas, incluidas deliberadamente por un equipo interno, son significativamente más baratas para la empresa en comparación con pagar regalías a artistas reconocidos.
El objetivo del programa PFC, explica Pelly, es aumentar el porcentaje de reproducciones de contenido que representa un menor costo para Spotify.
En lugar de pagar regalías a músicos bajo acuerdos tradicionales, la empresa logra beneficios económicos directos al impulsar contenido de bajo costo.
El uso de artistas fantasma plantea preocupaciones éticas y económicas. Por un lado, los músicos que dependen de las regalías podrían verse desplazados de listas de reproducción clave, lo que afecta sus ingresos.
Por otro lado, los productores que colaboran con el programa PFC suelen renunciar a sus derechos de autor, perdiendo la posibilidad de obtener beneficios futuros si sus temas alcanzan el éxito.
A nivel cultural, esta estrategia podría erosionar la relación entre los oyentes y los artistas.
Según Pelly, la música de artistas reales podría quedar relegada en favor de contenido anónimo y más económico, rompiendo el vínculo emocional y creativo que suele conectar al público con los músicos.
Si bien Spotify niega haber creado directamente a estos artistas fantasma, los vínculos con empresas de producción y el impacto en los artistas reales exigen una mayor transparencia.