La magistrada presidente del Tribunal Superior de Justicia en Veracruz, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, está haciendo todo lo posible para mantenerse en el cargo a pesar del cambio en el gobierno estatal. *** Suele utilizar como bandera el supuesto combate a la corrupción en el Poder Judicial, pero en diversos puntos de la entidad brotan expresiones de protesta por la voracidad de los jueces del fuero común. *** Es el caso de la jueza Diana Suárez, adscrita al Juzgado Segundo de Primera Instancia en Pánuco, quien “opera” para favorecer a un grupo de abogados, con los que -es bien sabido en aquella zona- suele participar en “reuniones sociales” y a los que favorece fallando a su favor y agilizando todos sus asuntos. *** El tema ya trascendió aquel distrito judicial y las barras y foros de abogados armaron ya un grueso expediente con las irregularidades cometidas por esta juzgadora y que están documentadas. *** La actitud prepotente y arbitraria de esta jueza -dicen- se sostiene en la supuesta protección que recibe de uno de los consejeros de la Judicatura, que está plenamente identificado. *** Abogados litigantes de aquella zona advierten que la voracidad de la jueza ha ido creciendo, pues anticipa tendrá que dejar el cargo que una vez que se hagan sentir los efectos de la reforma al Poder Judicial. Sabe que las condiciones no le favorecen, toda vez que su esposo también es juez. *** Algo tendrá que hacer la magistrada presidente, si no quiere que todos estos casos terminen afectando su imagen frente a quien tomará las decisiones a partir del primero de diciembre.
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“Es por todo lo anterior que, en libertad y con plena convicción, votaré a favor del dictamen”.
Y así fue. Al final terminó por despojarse de la máscara. La mañana de este miércoles quedó claro que aquella bravata de su padre (“¡nosotros no nos doblegamos ate nadie!”), no era sino otro burdo disfraz para disimular su verdadera naturaleza: la de traidores, la de mercachifles del voto parlamentario.
Miguel Ángel Yunes Márquez caminó erguido, con paso firme, hasta la tribuna. Sin una sola muestra de dolor pidió la venia del presidente de la mesa directiva, Gerardo Fernández Noroña y emitió un discurso para explicar (que no justificar) el sentido de su voto.
“Quienes se oponen a la reforma afirman que se va a militarizar el país, insinúan, pero no se atreven a decirlo que existe el riesgo de represión, de que se destruya nuestra democracia y de que vayamos hacia una dictadura. Yo no veo esos riesgos porque conozco de cerca nuestras Fuerzas Armadas y sé de su amor a México, de su lealtad a la Constitución, de su institucionalidad y de su patriotismo”.
No hace mucho tiempo, apenas en abril del presente año, ese mismo muchacho, con gesto severo y postura valiente, hablaba frente a miles de simpatizantes en la cabecera municipal de Álamo:
“Cuando me dicen que estos de Morena defienden la cuarta transformación, yo pregunto cuál es esa transformación, porque a lo único que se han dedicado es a echarle la culpa al pasado, pero no se dan cuenta que ellos ya son el pasado: Cuitláhuac García y López Obrador tiene casi seis años gobernando y la realidad es que sus resultados son malísimos y son un verdadero fracaso”.
Su discurso, ahora, no fue el mismo:
“Nunca, nunca en la historia reciente de México, ha estado presente la amenaza de dictadura militar que hoy de manera velada se sugiere, pero tampoco veo esos riesgos, porque quien pronto asumirá el mando supremo de las Fuerzas Armadas es una mujer forjada en la lucha social y en el impulso a las libertades democráticas, la doctora Claudia Sheinbaum. Llegó al poder con el voto de millones de mexicanas y mexicanos, y estoy seguro de que honrará ese voto preservando y fortaleciendo nuestra democracia”.
Lo cierto es que el cambio de bando ya se había dado por hecho entre el frente opositor. En esta ocasión el primogénito del Clan Yunes no pudo argumentar que fue “amenazado” por el dirigente nacional del que aún es su partido -el PAN-, ya que desde 20 días antes Marko Cortés dio por perdido el voto de su senador veracruzano.
Miguel Ángel Yunes Márquez soñó hace algún tiempo, que llegaría a ser “el mejor gobernador de Veracruz” y lo intentó a tan corta edad, que no descartaba la posibilidad de brincar de ahí a Palacio Nacional. Tenía todo para conseguirlo: el respaldo económico y político de su padre, que en ese momento gobernaba la entidad; el prestigio de dos exitosos períodos como alcalde de Boca del Río y un discurso en el que privilegiaba el combate a la corrupción y el castigo para los ladrones.
Se le atravesó un político de la vieja guardia, alguien a quien en su familia bautizaron como “viejo loco”, pero que arrastró multitudes y fue capaz de derrotarlo en Veracruz a través de un espantapájaros, una momia incapaz de pronunciar tres frases coherentes.
Al final, en el colmo del pragmatismo, los Yunes (los de El Estero), decidieron aplicar aquella consigna: “si no puedes con el enemigo, únetele”.
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El hallazgo de los cuerpos sin vida de Hipólito Rodríguez Betancourt, funcionario del ayuntamiento de Playa Vicente, y de su padre, Hipólito Rodríguez Sánchez, abre un grave precedente en el estado. *** Las primeras investigaciones permiten anticipar que se trata de un acto de represalia en contra del empleado municipal, por decisiones que tomó y que afectaron no sólo a bandas del crimen organizado en aquella zona, sino a altos funcionarios del gobierno que encabeza Cuitláhuac García. *** Muy pronto se conocerán más detalles.