El Zócalo es el corazón político de México. Ahí se concentra el sentir de la gente. Ahí se expresa lo que está pensando el pueblo.
Este sábado, pisé el Zócalo una vez más –ya hasta perdí la cuenta-. Rodeado de amigas y amigos, lo caminé alegre, orgulloso, optimista. Más que nunca, diría yo.
Y una vez más, el Zócalo se desbordó a favor del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su proyecto: la Cuarta Transformación del país. Tiene razón el gobernador Cuitláhuac García cuando dice que a la 4T ya le quedan chicas las plazas, porque ya ni en el Zócalo cabemos.
Las palabras del presidente fueron de aliento, de ánimo, de informe de avances, de logros. Como siempre, los hechos respaldan sus dichos.
Cinco años después del histórico triunfo del 2018, el pueblo de México ratificó su lealtad, felicidad y confianza. No es para menos: resulta que, cinco años después, las promesas de campaña, de aquel entonces, se han vuelto compromisos cumplidos de este Gobierno.
Y esos compromisos cumplidos, a su vez, parecen ser pronósticos renovados de las cosas buenas que vienen. Los objetivos alcanzados parecen decirnos que esto no se ha terminado y que nos esperan muchos años más de continuidad.
Una de esas promesas cumplidas tiene particular conexión con Veracruz y con el futuro de nuestra tierra: la Refinería Olmeca, en Dos Bocas, Tabasco, a cargo de la secretaria de Energía, Rocío Nahle García.
La primera refinería mexicana en varias décadas, a cargo de una mujer, de una veracruzana, de una aliada comprometida con el desarrollo de esta tierra. Una amiga nuestra que le cumplió al Presidente y le cumplió al México de hoy, al México de mañana.
Para orgullo nuestro, veracruzanas y veracruzanos en el Zócalo tuvimos doble razón para festejar, no solo ahora, sino la etapa que viene.
Estoy seguro de algo: el Zócalo de este sábado mandó un mensaje contundente de lo que le espera a México en el 2024. Ya verán que de mí se acuerdan. Se los vengo diciendo con tiempo.