Septiembre es el mes en el que vieron la luz primera con solo cinco años de diferencia que no ha sido obstáculo para que su relación sea tan especial como desde el momento en que Miroslava conoció a su hermanita. Dos bellezas singulares, de facciones místicas y expresivos ojos negros, con personalidades únicas cada una, brilla con luz propia. Pavlova, criminóloga de profesión con un enorme corazón que alberga nobles sentimientos, entre ellos, el amor por su familia. Miroslava, la mayor de los tres hermanos, quien a los dieciséis años emigró a la península yucateca donde actualmente radica desempeñándose como licenciada en gastronomía y diseño además de haber hecho su debut como mamá. Rol que ha sabido desempeñar con el mismo amor que ella recibió y el que hoy le transmite a la pequeña Emma, que llegó a ponerle aroma y color rosa a la vida de estas lindas princesas. Miroslava y Pavlova, hermanas, hijas, nietas, amigas, cómplices, nunca rivales y ahora madre y tía respectivamente, han sabido vencer la distancia geográfica con el lazo indisoluble del amor, ese amor que nació un septiembre y se ha ido fortaleciendo con el paso del tiempo. Si de algo puedo estar eternamente agradecido con Dios, es por haberme puesto en su vida y darles, a cada una un apuesto guardián que nació después de Miroslava y antes de Pavlova, formando la más bella triada terrenal, siendo Adnnan el que entrelaza a estas lindas y singulares hermanas. Brindo por ellas, por su eterna felicidad y sobre todo porque han podido celebrar su cumpleaños.