La intentona de Morena para destruir al INE y apoderarse de la organización de las elecciones ha tenido un efecto colateral importante: ha unido a la sociedad.
Los grandes movimientos políticos coagulan no por ideología ni por propuestas: lo hacen por causas.
Pese a los abusos reiterados por parte del régimen, con todo y rozar los límites de la crueldad, no habían podido convertirse en una causa social.
La liberación de Ovidio, el desprecio a las víctimas, los groseros ataques contra las mujeres, la falta de medicamentos, la incompetencia servil en la pandemia, los escándalos de corrupción, habían generado malestares y críticas, pero no un potente movimiento político.
Una constelación de organizaciones sociales, de grupos de afinidad y de ciudadanos independientes no están dispuestos a tolerar que López Obrador se convierta en organizador y árbitro electoral.
Las marchas del próximo domingo mostrarán el hartazgo y el despertar ciudadanos.
Contra el pesimismo de muchos, las movilizaciones, la resistencia y la desobediencia civil han sido catalizadores de cambios mayúsculos en México.
Lo fueron en el 68, en el 86, en el 88 y en el 94. Después del colapso masivo de los regímenes comunistas tras la caída del muro de Berlín, provocado por movilizaciones masivas en el bloque del Este, los politólogos le dieron un nombre preciso al fenómeno: votar con los pies.
Los ciudadanos deberemos desbordar a los partidos para que reciban el mensaje de que no permitiremos componendas que maten a la democracia y a la libertad.
El 13 deberemos mostrar el rostro más digno y gallardo de lo que somos.
La radicalización del régimen está en marcha y es cada vez más preocupante.
Sus precandidatos violan cada semana la ley. Se amaga con despojar a propietarios de sus bienes en Santa Fe. El Congreso ha autorizado el arranque del endeudamiento nacional, con un 1.1 billones de pesos como aperitivo. La CNDH ha dejado de existir. Ya se abrió la puerta para que el gobierno tome activos financieros para financiar un gasto delirante: ahí se irán los fondos de estabilización (salvavidas de 600 mil millones de pesos para enfrentar crisis), las reservas del IMSS, del ISSSTE, del INFONAVIT y las Afores.
Nuestro ahorro y nuestro patrimonio están en riesgo. Esto no es un juego. No hay tiempo que perder.
Eso es lo que está en juego. Las elecciones son la única posibilidad de frenar esta destrucción de forma pacífica.
Héctor de Mauleón ha descrito mejor que nadie lo que padecemos: Golpe de Estado en Cámara Lenta.
Llegó la hora. Nos jugamos todo en un mes.
A marchar para que se marchen.