¡Válgame Dios, mis paisanos! Que en el Congreso de Veracruz parece que las tablets salieron más caras que la honestidad. Y es que cuando el presidente de la JUCOPO, Esteban Bautista Hernández, declaró que no iba a tolerar los "casi 7 millones de pesos" por 50 tabletas, a muchos nos dio el patatús.
Uno se imagina que esas benditas tabletas deben venir con oro, diamantes y hasta la bendición del Papa. Porque, a ver, ¿en qué cabeza cabe que 50 aparatos de esos cuesten lo que cuesta una casa en el fraccionamiento más fifi del puerto?
Ahora bien, no es que Bautista sea santo de mi devoción, pero hay que reconocer que llegó con los pelos de la burra en la mano.
Dice que encontró una red de personas operando en el Congreso. Suena como trama de telenovela de esas de Televisa: corrupción, despidos y promesas de justicia. Pero, ojo, que aquí el que promete limpiar la casa suele hacerlo con un plumero roto. Y ya saben, en Veracruz la limpieza política es más como barrer y meter la mugre debajo de la alfombra.
Por su parte, el delegado del Bienestar y exjefe de la JUCOPO, Juan Javier Gómez Cazarín, sacó su mejor cara de yo-no-fui para decir que todo quedó en orden durante su gestión. Que "estamos limpios", aseguró. Sí, cómo no.
Más limpio que un pescado en la lonja después de dos horas al sol. Y claro, aprovechó para aventarle la bolita al secretario del Congreso, Domingo Bahena Corbalá. Porque en política, mis paisanos, siempre es más fácil echarle la culpa al otro que asumir responsabilidades.
Ahora, no nos hagamos. En Veracruz ya estamos curtidos con estas historias.
Uno no necesita ser brujo de Catemaco para adivinar cómo sigue la trama: promesas de justicia, denuncias que no llegan a ningún lado, y el tiempo borrando las irregularidades como el mar borra los castillos de arena.
Porque, seamos sinceros, ¿alguien realmente cree que veremos a algún diputado o funcionario tras las rejas por este asunto? Aquí los millones se evaporan como si fueran vapor de la tarja, y los responsables terminan como los tamales: bien envueltos.
En esta pelea entre morenistas, parece que Gómez Cazarín lleva todas las de perder. Dicen las malas lenguas que el de Hueyapan de Ocampo trae varios muertitos en el clóset, y no precisamente de los que se ven bonitos en altar de Día de Muertos.
Su reputación no es la más limpia, y Bautista Hernández, con su discurso de "caiga quien caiga", no se anda con rodeos. Es como si llegara con machete en mano, listo para abrirse paso en este lodazal.
Si alguien goza de las simpatías de la gobernadora, es precisamente el hombre de Tatahuicapan, Esteban Bautista.
Y regresando a las dichosas tablets, uno no puede evitar preguntarse: ¿quién se queda con la lana? Porque aquí los números no cuadran. Haciendo cuentas rápidas, con 7 millones de pesos se podrían comprar más de 700 tabletas decentes, y no las 50 que al parecer compraron. ¿Será que las tablets eran mágicas, como las de Harry Potter? ¿O es que traían una app secreta que multiplica los votos en el Pleno? Porque si no, mis paisanos, aquí alguien se clavó una buena tajada.
Y el detalle más sabroso es que este contrato lo firmó el Congreso en 2020, cuando Gómez Cazarín estaba al mando. Ahora resulta que no sabía nada. Claro, como si fuera posible que alguien maneje las finanzas de una institución como el Congreso y no se entere de un gasto millonario. Pero bueno, ya sabemos que en la política el amnesia es más común que los norteados en la costa.
El asunto de las tablets es un reflejo perfecto de lo que pasa en la política veracruzana: un circo donde todos los días hay un espectáculo nuevo, pero al final nada cambia. Aquí, los escándalos son como el caldo de camarón: picosos, sabrosos y olvidables al rato. Nos escandalizamos un rato, hacemos memes, y luego seguimos como si nada.
Mientras tanto, Bautista Hernández sigue asegurando que está limpiando la casa, y Gómez Cazarín debe buscar cómo salvar el pellejo.
¿Qué nos deparará el futuro en el Congreso de Veracruz? Sólo el tiempo lo dirá, compadre. Pero una cosa es segura: Esteban Bautista Hernández no va a dejar que le vean la cara.
No importa el partido, aquí en Veracruz la corrupción es como el calor: insoportable, pero ya estamos acostumbrados.
Cuéntanos el chisme aquí:
lajiribillaelcabula@gmail.com