Una de las razones que originan la popularidad del socialismo es el ofrecimiento a las masas de lograr la igualdad completa de los seres humanos.
La igualdad de todas las personas existe y debe tener vigencia ante la Ley, en la búsqueda de oportunidades, en el derecho a tener una vida, salud y educación mejor; pero sobre todo en cuanto a la dignidad que todos tenemos como personas.
Para quienes profesan determinadas religiones, todos somos dignos hijos de un mismo Creador.
Sin embargo, hay aspectos en los que las personas tenemos características y cualidades distintas, lo que permite que el mundo y las sociedades humanas funcionen adecuadamente. No se concibe que un grupo de personas prospere, si todos sus integrantes se dedican a practicar un mismo oficio, actividad o profesión.
En esos aspectos y en otros más, no todos somos iguales.
Si por ejemplo, todos nos dedicáramos al deporte profesional, ¿quiénes fabricarían la ropa que nos cubre o trabajarían en el campo para producir alimentos?. ¿Quiénes enseñarían en las escuelas y quiénes curarían nuestras enfermedades o construirían nuestras viviendas?.
Como podrá verse, en estos temas no existe igualdad. Quien mejor preparado esté o mayores habilidades posea de manera natural o las desarrolle mediante la práctica y la disciplina, gozará siempre de un mejor sueldo. Este aliciente impulsa a muchos a superarse.
También habrá quien trabaje duro y quien sea perezoso. Quien sea virtuoso y quien tenga alguno o varios vicios. En conclusión, en esos temas tampoco habrá igualdad alguna.
Cuando el socialismo ofrece de todo y sin medida, tanto a los que trabajan mucho, como a los que no se esfuerzan nada o lo hacen muy poco, las cosas van a terminar mal.
Porque si los que se apuran y se superan tienen prácticamente los mismos sueldos que los que ven al trabajo como un castigo y al estudio como una carga, la sociedad se estancará debido a que quienes más habilidades tengan para destacar, innovar, investigar, descubrir, inventar, invertir, organizar a los demás para producir riqueza y generar empleos, pronto dejarán de hacerlo.
¿Para qué deberían esforzarse si su esfuerzo, dedicación y talento no se valoran y por lo tanto no se traducen en un mejor sueldo y en una mejor posición?. Si además, se les ataca llamándolos aspiracionistas, neoliberales, insensibles, egoístas y fifís.
De continuar por ese camino de ofrecer una igualdad forzada por decreto, el Estado pasará a ser dueño de todo, tanto de la propiedad privada como de las mentes de los ciudadanos, de los medios de producción y los de comunicación. Por eso a esos regímenes se les llama totalitarios.
Además, en una sociedad sumida en la pobreza, el gobierno de cualquier nación que proporcione a sus habitantes alimentación precaria, incluso raquítica y de mala calidad; terminará siendo el amo y señor de vidas y haciendas, como en la época feudal.
No faltarán desde luego quienes movidos por la necesidad o por el interés, denuncien a aquéllos que piensen diferente y así se llenarán las cárceles de disidentes.
También provocarán estas acciones la huida de quienes puedan hacerlo y ese país terminará por despoblarse y arruinarse.
Tres naciones en su momento fueron riquísimas: Cuba, Venezuela y Argentina. El populismo de sus gobernantes acabó con las economías cubana y venezolana.
Argentina, va en esa misma ruta y tras varios experimentos de corte socialista, interrumpidos brevemente por lamentables y sangrientos golpes militares, no ha podido recuperarse. Chile, siendo una de las economías más prósperas de Latinoamérica, puede tomar nuevamente ese largo y sinuoso camino, si la ideología de un radical como Gabriel Boric, no tiene contrapesos en el Congreso de esa nación.
Nicaragua sigue esa ruta. Ecuador y Perú también.
Ojalá y en México los ciudadanos actuemos a tiempo, para apoyar todo aquello que resulte positivo para el país y rechacemos civilizadamente en las urnas lo que consideremos dañino para la Patria.
La libertad del hombre empieza con el respeto a la vida y a la propiedad privada, a la libertad de pensamiento y de asociación. A la libertad de pertenecer o no a determinados partidos y a profesar la religión que desee o incluso a no practicar ninguna. Termina dicha libertad cuando un grupo de burócratas dogmáticos y convenientemente ideologizados se queda con todo el poder, decidiendo unilateralmente lo que debe hacer cada persona, cuántos pares de zapatos debe poseer y dónde debe vivir; qué periódicos debe de leer, que noticieros escuchar y a qué partido debe pertenecer. También cuánto debe ganar.
El pensamiento único y la colectivización forzada llevan a las dictaduras y éstas al fracaso rotundo de la economía y a la pérdida absoluta de las libertades.
Todos los ciudadanos, excepto los gobernantes, acaban siendo más iguales, pero hacia abajo.
Los gobernantes siempre terminan enriqueciéndose. Muchos de ellos y sus familias van de compras, a curar sus enfermedades, a hacer negocios o a vivir a los países neoliberales. No terminan viviendo ni en Cuba ni en Venezuela.
El sistema socialista lleva al fracaso a cualquier país del mundo.
Por eso, debemos estar siempre alertas.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.