No solo es lamentable la polarización que ocurre en el país, sino la falta de formas en política, producto de la improvisación y la ambición y el claro ejemplo de ello fue lo ocurrido el pasado miércoles, en la sesión solemne donde el Senado entregó este alto galardón a la escritora Elena Poniatowska Amor.
Nunca antes en la historia de México se había observado un escenario tan grotesco durante la entrega de la medalla Belisario Domínguez y es que mientras le colocaban el galardón a la destacada escritora, la senadora en origen del Partido Encuentro Social (PES), hoy morenista y presidenta de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez, Sasil de León, tuvo una lamentable y reprobable actuación.
La parlamentaria aprovechó su participación en la tribuna para desbocarse en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), enturbiando así la sesión solemne y aunque los representantes del Partido Acción Nacional (PAN) atendieron el compromiso de no protestar ante el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien acudió en representación del presidente Andrés Manuel López Obrador, sí fue Sasil de León quién descompuso aquél acto solemne convirtiéndolo en un “circo”.
Fue su participación la que provocó un desbarajuste al “condenar” a la Suprema Corte de Justicia sobre la Guardia Nacional con expresiones qué intentaban convertirse en argumentaciones o justificaciones y así según ella relataba que la determinación de los ministros dejaría a la deriva a 130 mil elementos Todo ello ante la presencia del ministro Alberto Pérez Dayán. Es decir la ignorancia y la pobreza argumentativa se hicieronpresente en aquél escenario.
Tras los dichos de la representante popular, la oposición exclamó ¡Fuera! Como expresión de rechazo a los alegatos injustificados de la senadora del PES; como medida de repudio integrantes de la oposición salieron del Pleno en repudio. Aquél desorden no era dignó de dicho acto solemne. Algunos de nosotros qué dábamos seguimiento a tan reconocido acto no dábamos crédito a lo observado.
Aquella catástrofe provocó que la polémica y aguerrida, Lilly Téllez, increpara al vocero de la Presidencia, Jesús Ramírez, quien aunque trataba de evitarla le resultaba imposible. La parlamentaria le solicitaba respetar la sesión.
Luego cómo si aquellos no fuera ya caótico, fieles a su conducta, la senadora morenista Citlalli Hernández corrió presurosa en defensa del vocero presidencial, intentando frenar o paralizar a la panista, gritándole que no molestara al invitado.
Todo aquello parecía invisibilizar a la homenajeada Elena Poniatowska, quién aparentaba no ver y no escuchar lo qué ahí pasaba. Al hacer uso de la voz aquel caos se paralizó un poco para escucharle. Ella dijo sentirse triste por no contar con la presencia del presidente “no sólo lo queremos, lo admiramos”, reconoció ante los aplausos de la mayoría oficialista.
“Ustedes, senadores de la República me conceden la Medalla Belisario Domínguez que recibo como una gracia inesperada para la que solo tengo una palabra, la más hermosa de todas: gracias”, dijo Elena un tanto conmovida y tratando de borrar aquel capítulo vergonzoso, no sin antes reconocer qué seguramente decepcionó a quienes esperaban un discurso político.
Así aquél miércoles, en la ceremonia solemne de alto reconocimiento. Está alta condecoración ha sido otorgada a personalidades como el novelista Carlos Fuentes, el político de izquierda Cuauhtémoc Cárdenas o la bióloga Julia Carabias. Se trata de la medalla más importante que un ciudadano mexicano recibe y que por primera ocasión se convirtió en un vergonzoso escenario. Triste lo qué ocurre en México. En nuestro país.