Con las declaraciones de Tarek Abdalá hunde con sus denuncias a los exsecretarios de Finanzas: Tomás Ruiz González y Fernando Charleston Fernández y de paso al subsecretario Gabriel Deantes y al subdirector José Díaz Valenzuela, los acusa de desvíos de recursos públicos por 2 mil millones de pesos.
Por todos lados tunden a los viejos priístas de la administración de Duarte de Ochoa, de los funcionarios del PAN del bienio de Yunes Linares siguen tan campantes y sigue vigente un extraño pacto de impunidad. Son como la terrible enfermedad del Alzheimer que se olvida la memoria de lo más reciente, pero conserva en la memoria lo que ocurrió en años atrás. Aseguran que los padecen este mal recuerdan hechos de su infancia y lugares donde vivieron y que visitaron.
Confían que pase el tiempo y se borre lo que hicieron los panistas azules, pero a los del tricolor no se las perdonan.
Hasta el 2024 saldría Duarte
De acuerdo a la sentencia al cumplir la mitad de los años y guardar una buena conducta en el reclusorio norte de la ciudad de México el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa debiera ser liberado a principios del año que viene, es decir dentro de tres meses podría salir e intentar recuperar los inmuebles que posee y rescatar su dinero que haya guardado.
Sobre todo, él sabe perfectamente a quienes ayudó y también los que se olvidaron, se volvieron millonarios en su gobierno y ni siquiera lo visitaron.
De acuerdo a uno de los mejores abogados que existen en el país, el juez que se le asigne para este nuevo proceso, no puede considerar al funcionario como un ciudadano común, ya que se trata de un alto servidor público y en esa calidad de un exgobernante sólo podría salir hasta que termine el actual gobierno, que sería a fines del año 2024.
Va para largo su estancia de don Javier. Otra navidad en una pequeña celda, se requiere tener carácter y una férrea disciplina personal para superar esta situación.
Leer y escribir deben ayudar para sobrellevar el tiempo que le falta para recuperar su libertad.
Los premios literarios
Carlos Pellicer invitó a cenar a unos amigos, y con los postres anunció una primicia. Estaba escribiendo unos sonetos a la virgen y les leyó algunos. Como era natural se deshicieron en elogios. A lo cual respondió.
--Mis queridos amigos. Estos sonetos concursaron en los Juegos Florales de Sahuayo. Ustedes fueron los jurados y no les dieron siquiera una mención.
Esos amigos se miraron entre si y guardaron silencio, porque ni siquiera habían leído los trabajos que se presentaron para el concurso.
Esto también ocurre ahora con los premios nacionales de Periodismo, cuando estos se establecieron se premiaban sólo tres categorías: Prensa, la Radio y la Televisión. Los entregaba el presidente de la República y había un cheque en efectivo además de la medalla y el diploma.
Ahora es diferente se entregan como volantes y con ellos perdieron el valor que representaban.
Por lo mismo no pueden ser tantos. Antes eran tres ahora cien.
La seriedad de estos galardones exige preparación, trabajo y ser exclusivos. Su configuración informativa es esencial para que tengan sentido.
El jurado debe ser bien seleccionado, a fin de que no pase lo que ocurrió en el caso de Carlos Pellicer.