Son bastantes las personas hoy en día que saltan de un vínculo romántico a otro. Ocurre que no buscan amor, más bien un rescate emocional.
Comienzan relaciones y las terminan en un tris. A veces duran menos de una semana. ¿Por qué ocurre esto? En realidad...
Les aterra la soledad
No se sienten con la suficiente capacidad de ser felices
Ninguna de sus parejas llena sus expectativas.
Temen que se les recorten las alas y pierdan su libertad
Buscan seguridad y reafirmación que obtienen siendo una pareja. Un lazo que se basa más en la necesidad de tener a alguien (a cualquiera). No es malo necesitar (todos necesitamos algo de los demás), pero es enfermizo si esa urgencia se vuelve la principal razón de un romance.
Miedo al fracaso. No se sienten y se preguntan: ¿En qué fallé? Para luego comenzar con otro noviazgo con la esperanza que sea el “bueno”. Al saltar de relaciones, se pierde la importante fase de procesar lo ocurrido y de analizarse por dentro para ir a la raíz del problema.
¿Su vida será un plato con un solo sabor? Si la variedad es lo que le da sabor a la vida, ¿salir siempre con la misma persona no será el equivalente de algo así como desayunar una ensalada de coliflor sin aliño todos los días? La exclusividad en un lazo sentimental es todo un reto.
Buscan “amor”, en cada vínculo… pero a medida que se camina, “encuentran” fallas… y terminan para seguir en la búsqueda de “algo” que cubra sus intereses, que a veces ni están bien definidos.
Si estás en este incesante camino, es oportuno que hagas un alto, analices a dónde vas y consideres terapia o algún grupo de autoayuda.