Ciudad de México | 2024-11-22
El Reloj del Apocalipsis, concebido en 1947 por el Boletín de Científicos Atómicos, se ha convertido en un símbolo inquietante de los riesgos que amenazan a la humanidad.
Creado en la era del armamento nuclear, sus manecillas han cambiado de posición desde su origen, ajustándose a los peligros globales que enfrentamos: desde la proliferación nuclear hasta el cambio climático y las tecnologías emergentes. ¿Quién decide mover estas manecillas y qué criterios determinan su ajuste?
Desde 1973, esta tarea es responsabilidad del Consejo de Ciencia y Seguridad del Boletín, compuesto por expertos en política internacional, ciencia nuclear, cambio climático y tecnología avanzada.
Además, el Consejo cuenta con el apoyo de un grupo de asesores excepcionales: nueve premios Nobel que integran el Consejo de Patrocinadores.
Este equipo multidisciplinario evalúa los riesgos globales y, mediante debates y análisis, decide si es necesario mover las manecillas hacia o lejos de la medianoche, la hora que simboliza una catástrofe global.
Desde su creación, el reloj se ha ajustado 25 veces. En su inicio, las manecillas marcaron las 11:53, reflejando la amenaza que las armas nucleares representaban tras la Segunda Guerra Mundial.
La posición más lejana de la medianoche ocurrió en 1991, cuando el fin de la Guerra Fría y la firma del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas movieron el reloj a las 11:43.
Sin embargo, el escenario actual es alarmante. En 2023, las manecillas se situaron a 90 segundos de la medianoche, la posición más cercana al colapso global.
Este ajuste fue impulsado por factores como la guerra en Ucrania, el aumento de capacidades nucleares, el avance descontrolado de la inteligencia artificial y un año récord en temperaturas globales.
El Reloj del Apocalipsis es más que un marcador simbólico: es un recordatorio urgente de los retos que la humanidad debe enfrentar.
Su existencia busca hacer reflexionar sobre las acciones colectivas, mostrando que, aunque las manecillas se acerquen peligrosamente a la medianoche, aún hay tiempo para tomar decisiones que cambien el curso de la historia.