México | 2025-02-24
En política hay cosas que no se dicen: sólo se entienden.
Así es la carta que ha enviado, desde su confinamiento, el Mayo Zambada.
No es un criminal más. Es el capo de tutti capi. El más longevo, astuto, discreto, inteligente.
Las palabras medidas encierran las advertencias más brutales: las que no se pronuncian.
Su filtración produce un macrosismo dentro del régimen porque amenaza y acorrala.
El autor, vigente desde medio siglo, sabe todo de todos. Al menos, de todos los malos. Ha pagado, sobornado, negociado, ejecutado, por décadas. Sabe de los ductos pestilentes de dinero cosechado con lágrimas y sangre que ha llegado a cientos de campañas políticas. Sabe a quién ha beneficiado ese torrente. Y a quién ha pervertido.
Por ello, su revelación es una amenaza para todos aquellos que estiraron la mano y lo guardaron en el bolsillo.
Quien esté libre de pecado, que duerma tranquilo.
Pero quien esté amarrado, la carta recuerda: somos pasajeros comunes del mismo barco. Mi destino es el tuyo.
Usar la palabra colapso de la relación bilateral sólo puede entenderse si se habla en presente. La relación no podría colapsar si la información que conoce el remitente habla del pasado lejano. Se trata de un tema vigente que encaja con la certeza que ha publicado la administración Trump.
El gobierno mexicano sostiene una "alianza intolerable" con los cárteles, afirma en un decreto.
Trump, la semana pasada: "si nos fijamos en lo que ha sucedido durante años, pero especialmente ahora, México está gobernado por los cárteles".
Especialmente ahora.
De ahí la amenaza.
También la carta anticipa: "mi secuestro será el tuyo". Porque desliza que, de no defenderlo, el estado beneficiario de su sociedad, será el siguiente pasajero de las "extracciones", secuestros pues, de los grupos de operaciones especiales de Estados Unidos.
Pero la carta acorrala al gobierno.
No defenderlo acelera la activación de la bomba.
Defenderlo es una aceptación de culpa ante Estados Unidos.
Se podrá envolver en legalismos una respuesta para defenderlo —debido proceso, convenciones internacionales, derechos humanos y tratados bilaterales— que, al final, salen sobrando: la respuesta tendrá una connotación política.
Seguir defendiendo a la red de protección política de los cárteles suena a voluntad suicida. Respaldarlos, credencializarlos, invitarlos al Congreso para echarles porras ya no será un acto de solidaridad entre socios, sino una confesión de parte ante Estados Unidos.
La corrupción comienza a devorar por dentro a Morena.
La salida probable que tomará el gobierno será jugar con el discurso y algunas acciones legales inocuas, pero, al final, dejar al capo a su suerte.
Pero aquel ya advirtió, con la máxima de José Alfredo Jiménez:
—Mi suerte será tu suerte.
@fvazquezrig.