Durante el anochecer del 10 de octubre de 1937, entre las serpenteantes calles de Xalapa el compositor chileno Juan S. Garrido deambulaba por la ciudad. Ignoraba que su paseo dejaría una marca en la historia musical y cultural de la capital de Veracruz.
Con su orquesta en pausa, Garrido decidió explorar las callejuelas de Xalapa, tejiendo sus propios recuerdos en los hilos de la historia.
La invitación de los alumnos de la Escuela Normal Veracruzana lo había llevado a Xalapa. La orquesta que dirigía iba a presentarse en la fiesta de graduación, pero la fatalidad, como una sombra inesperada, forzó a cancelar el evento debido al luto estatal por la muerte de un funcionario.
Mientras las flores esparcían su aroma en los patios antiguos, Garrido quedó cautivado por la ciudad.
En una antigua cafetería llamada Estadio, el chileno encontró su refugio. En la calle de Enríquez, propiedad de la familia Apo de ascendencia china, la inspiración se materializó.
Con papel y servilleta, Garrido inmortalizó sus impresiones, trazando líneas musicales que resonarían en las noches xalapeñas por toda la eternidad.
Así nació Noche de Luna en Jalapa, una canción que, con el correr del tiempo, evolucionó de melodía a himno, convirtiéndose en un latido sonoro que aún pulsa en las entrañas de la ciudad, aunque las nuevas generaciones desconozcan su origen.
La canción, inicialmente registrada como "Luna de Xalapa" en 1939 ante la Sociedad de Autores y Compositores, adquirió una nueva identidad con el tiempo, transformándose de vals a bolero.
Gracias a la composición de Noche de luna en Xalapa, el presidente Miguel Alemán Valdés le otorgó la nacionalidad mexicana al compositor chileno.
Así, bajo la luna de Xalapa, surgió una serenata que trascendió el tiempo, convirtiéndose en un legado musical. A veces, la inspiración surge en la oscuridad...