Lorenzo Lucas Salvador lleva 27 años desempeñándose en trabajos de construcción. Conoció el oficio de albañil a la edad de 22 años, aunque esta es la primera vez que festeja el Día de la Santa Cruz en Xalapa, ciudad a la que llegó debido a la falta de empleo.
Mientras trabaja en la edificación de una vivienda de la Reserva Territorial, el hombre comparte que comenzó a desenvolverse en este trabajo por necesidad, pues encontró mejores ingresos comparado con otros oficios en los que intentó incursionar. Sus inicios fueron en la Ciudad de México, donde empezó como “chalán”.
“Solito, viendo a los demás maestros. Era yo “chalán”, pero como empecé a trabajar con ellos fui viendo. Tenía unos maestros de Toluca y me fueron enseñando poco a poco ellos hasta que yo agarré”, explica mientras se limpia el sudor con el antebrazo, bajo el incesante sol al que se acostumbró con el paso del tiempo.
Lorenzo es originario de Altotonga, municipio ubicado a 67 kilómetros de Xalapa del cual decidió salir debido a la falta de trabajo.
“Porque en mi rancho no hay trabajo”, subraya al tiempo que muestra sus manos maltratadas y el dedo índice que se lastimó hace un tiempo, en una construcción de la capital del país.
Sin embargo y pese a que sus ingresos eran mayores, su paso por la gran metrópoli se vio interrumpido al vivir la terrible experiencia laboral que marcó su vida.
En medio de mezcla, grava, arena y blocks el hombre de 49 años aún recuerda aquella tarde en la que uno de sus compañeros perdió la vida mientras laboraba en la misma construcción que él.
“Se nos desbarrancó un amigo, se cayó un carpintero. Me espanté y ya me vine para acá a Xalapa, que son chiquitas las chambas”.
“El edificio era bien grandote, como de 22 pisos”, detalla sobre la obra en la que fue testigo de la desgracia, la cual sucedió hace aproximadamente 10 años en la zona de Chapultepec.
Lorenzo detalla que en Xalapa percibe alrededor de 300 pesos diarios, los cuales trata de hacer rendir para llevar el sustento a su casa, donde su esposa y su hijo más chico dependen económicamente de él.
A su hijo el menor se suman dos jovencitas y un varón; su hijo el más grande siguió sus pasos y también se dedica a la construcción en obras de la Ciudad de México.
Sus hijos mayores ya no dependen del salario que percibe como maestro de la construcción. No obstante y al igual que muchos jefes de familia, Lorenzo reconoce que sus ingresos apenas y son suficientes para costear servicios, ropa y alimentos.
“No alcanza bien pero ya qué le vamos a hacer. Ahorita ve que las cosas están carísimas, la tortilla está a 17; ya todo está muy caro”, enfatiza ante el incremento que se ha registrado en diferentes productos de la canasta básica.
“A la familia hay que darle de comer, sino qué vamos a comer; y a veces falta trabajo”.
La pandemia de covid-19 dejó sin trabajo a Lorenzo durante al menos tres meses, lo que vino a empeorar la situación financiera de su familia, por lo que más allá de querer encender cohetes o realizar una celebración en grande, como a las que estaba acostumbrado en la Ciudad de México, el maestro se abocó a trabajar arduamente este 3 de mayo.
Se mostró agradecido, compartió un vaso de refresco bien frío y se dijo dispuesto a conmemorar la fecha de forma sencilla y al lado de su “chalán”, a quien ahora trata de trasmitirle sus conocimientos para que sea un hombre preparado y honrado, tal y como asegura que él ha intentado ser durante su vida.