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La otra cara del Día de las Madres

La otra cara del Día de las Madres

Llegó el Día de las Madres y muchas mujeres se prepararon para pasar este día en compañía de sus hijos; sin embargo, para otro porcentaje de ellas, este día se ha convertido en un mar de recuerdos cargados de dolor y nostalgia.

Esta es la otra cara del Día de las Madres, donde mientras unas familias festejan con alegría, en otras, el deseo de volver a abrazar a su madre o tener a sus hijos de regreso en casa, crece a cada minuto.

“Debía haber estado más tiempo con nosotros… no era su momento para irse. Nos faltó tiempo”, relató Rosa Delia Zárate, quien desde hace 27 años ha pasado este día entre flores, rezos y un sepulcro que la alejan de su madre.

Las ansias de volver a abrazarla y decirle lo mucho que la ama, no han aminorado; por el contrario, el recuerdo amargo de su partida sigue tatuado en su alma como el primer día.

Este día, los recuerdos de su infancia volvieron a aglomerarse en su mente, y con un dejo de melancolía, revivió aquellos momentos junto a su madre que, por un tiempo, la hicieron inmensamente feliz.

 “A ella le gustaba mucho contarnos cuentos y, aunque éramos muy muy pobres, siempre fue muy cariñosa”, recordó.

No obstante, aún queda la huella de aquel vacío, que jamás podrá borrarse de su vida, aun con el paso de los años.

“A lo mejor que nos preparara un poquito para la vida, porque aprendimos a golpes, a la mala. Siempre necesitamos mucha protección y no la hubo, por parte de nadie”, dijo entre lágrimas.

Entre la desesperación y la agonía

Otro panorama viven cientos de madres veracruzanas, quienes en este día solo tienen un único deseo: que sus hijos desaparecidos desde hace años, regresen a su hogar.

“Todas las madres van con el corazón destrozado como lo llevo yo, porque para nosotros, nuestro mejor regalo es que nos pudieran entregar a nuestros hijos, que los pudiéramos tener con nosotros, abrazarlos, besarlos y decirles cuánto los amamos”, externó entre el llanto Victoria Delgadillo Romero.

El 28 de noviembre de 2011, su vida cambió para siempre. La desaparición de su hija ha sido el golpe más duro que ha enfrentado, del cual, hasta ahora, no ha podido reponerse.

“Llevamos un dolor muy grande; nosotros no tenemos 10 de mayo, ni Navidad ni Año Nuevo, porque hay una silla vacía en cada una de nuestras casas.

Si tuviera a mi hija enfrente, le diría la falta que me ha hecho todos estos años, a mí y a sus hijos. Decirle cuánto la amo y que sus hijos la están esperando en la casa…para ellos no hay tampoco nada que festejar, no hay a quién darle un abrazo, no hay a quién decirle que la aman, porque no la tienen”.

Han pasado 10 años de la desaparición de su hija y los regalos, las flores y los abrazos forman parte del pasado. Ahora, el llanto y la incertidumbre se han apoderado de ella; sin embargo, no descansará hasta ver a su hija de nuevo entre sus brazos, para volver a pasar un Día de las Madres como de los que hace mucho no celebra.

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