La joven de Amajac; de un sembradío en Álamo hasta la Ciudad de México

A principios del 2021 un hallazgo sorprendió a los habitantes de Álamo, municipio localizado al norte del estado de Veracruz; lo que en su momento pensaron era una simple piedra en una parcela resultó ser una escultura, al parecer prehispánica, que representaba a una mujer con un tocado, vinculada posiblemente a los asentamientos arqueológicos que se han localizado en los márgenes del río Tuxpan.

La joven de Amajac, como se le ha denominada por antropólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes en lo que va del año. Pero, ¿por qué se ha vuelto tan relevante en estos días?

Del norte de Veracruz a la CDMX

Hace unos meses causó revuelo el retiro de la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma en la Ciudad de México; grupos culturales, políticos, historiadores e incluso defensores de los pueblos indígenas se enfrascaron en una discusión sobre el destino de la imagen del navegante y si la glorieta que aún lleva su nombre recibiría a un nuevo personaje o solo quedaría vacía.

Por un tiempo se habló de la posibilidad de que un símbolo indígena llegara a ese espacio, lo que provocó muchas reacciones, la mayoría de burla; grupos feministas tomaron dos veces dicho sitio para erigir una antimonumenta en representación de las mujeres que han sido víctimas de la violencia y de quienes luchan para combatirla; sin embargo, autoridades capitalinas rechazaron este hecho simbólico.

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Entonces, ¿Qué hacer con este espacio? La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció que será una réplica de la escultura descubierta en Veracruz la que quedará en ese sitio.

“Representa a las mujeres, en particular a las mujeres indígenas; su lucha y lo que representan en la historia de México”; reiteró, a la par de adelantar que se buscará otro sitio en la ciudad para que los colectivos feministas puedan tener un memorial.

Una mujer de élite

La joven de Amajac, según investigadores del INAH, sería la representación de una mujer de la clase gobernante más que la imagen de una diosa o deidad, como se ha interpretado a la mayoría de las tallas de este tipo halladas en la región huasteca.

Un tocado alto y un collar engalanan a la joven de rostro pequeño; en los huecos que deberían ser los ojos posiblemente hubo incrustaciones de obsidiana u otra piedra y viste una falda que llega a los tobillos, y una camisa de mangas largas.

La pieza sigue siendo sometida a estudios para datar la fecha de su elaboración, aunque por el área donde fue ubicada se estima pertenecería al periodo Posclásico Tardío (1450-1521 d.C.).