“La danza se ha vuelto mi forma de vida”, señaló Lael Ibáñez Zilli, quien encontró en el ballet un refugio que se ha convertido en su más grande pasión.
Aunque incursionó en el ballet a los 22 años de edad, la danza y el arte corrían por las venas de Lael desde que era apenas un niño; sin embargo, los tabúes que imperaban en la ciudad que lo vio crecer no le permitieron en ese entonces ir tras su sueño.
“Yo siempre había visto el ballet como algo que me fascinaba desde niño, pero Fortín es un poco más machista”, relató.
Sabiendo que no podía inclinarse por danzas como el ballet, comenzó a probar las mieles del baile con la capoeira y desarrolló disciplina física a través del Kunf-Fu. Pero él era consciente de que su destino no estaba ahí.
EL INICIO
Cuando llegó el momento de ingresar a la universidad, Lael optó por la carrera de Artes Visuales. Así, se mudó a la ciudad de Xalapa, donde más tarde iniciaría una aventura que lo llevaría a realizar lo que más deseaba.
“En un intercambio de estudios a Cuba fui con una amiga bailarina que me empezó a dar clases de danza… fue cuando vi la posibilidad de que la danza era una forma de trabajar el arte también desde el cuerpo, desde la disciplina, y que era un deseo que yo tenía”.
Lael confrontó sus miedos y comenzó a tomar clases como oyente en academias de ballet. La danza empezó a absorber por completo su atención, hasta que se decidió a estudiar la carrera de Danza a la par de Artes Visuales.
“De ser extremadamente introvertido, fue como abrirme al mundo. La danza me ayudó a interactuar con el mundo de otra forma que yo no tenía idea de que se podía”, dijo emocionado.
Ahora, con siete años de carrera, su talento lo ha llevado a pisar escenarios en varios estados del país, de la mano de reconocidas compañías de danza de lugares como Yucatán y la Ciudad de México.
PELIGRA EL SUEÑO
Como todo artista, Lael no ha estado exento de las crisis emocionales; sin embargo, hubo un momento donde pensó que ese sería el fin de su carrera.
“Era una fecha que estaba a full: tenía una función de ballet con un grupo, otra de otro grupo, una de danza folclórica… tenía un montón de proyectos y justamente en esa fecha me rompí el pie en un ensayo. Se tronó el metatarso del dedo meñique y tuvieron que operarme”, contó.
Fueron cerca de ocho meses de recuperación, donde tuvo que alejarse por completo de la danza.
Afortunadamente logró recuperarse de la lesión y, ahora, no concibe su vida sin la danza, arte que pretende desarrollar hasta que su cuerpo se lo permita.
“¡La danza es mi forma de vivir! Un eje importante en mi vida… es mi forma de mantenerme cuerdo”.
Nombre: Lael Ibáñez Zilli
Originario: Fortín de las Flores
Arte: Ballet