Alejandro Cortés se considera una “tiendita ambulante”, sus padres le enseñaron desde muy pequeño sobre el comercio y ahora, con ello logra sostener a su familia. La pandemia, arruinó su sueño de comprar un terreno para su casa porque las ventas bajaron drásticamente, pero ahora que poco a poco regresa a tener ventas, no pierde la esperanza.
Hace 18 años Alejandro empezó a vender jugo de piña en una jarra de 3 litros y cinco pambazos; hoy es conocido por vender papas, plátanos, dulces y frituras y hasta los burócratas lo ubican.
Dejó de vender jugos de piña desde hace dos años porque dejó de ser redituable, aun cuando cambió el giro sus clientes no lo dejaron, y le siguen comprando.
A sus 41 años, siempre ha sido vendedor ambulante y recuerda que desde que tenía 4 años, sus padres le enseñaron sobre el comercio.
“Vendía yo plátano, yo soy de la zona de Altotonga, de Atzalan, veníamos de la sierra y empecé a vender así, me subía a los árboles a pimienta a cortarla, y la venía a vender a Altotonga, en ese tiempo las vendía de mil pesos porque había monedas de mil pesos y me decían ‘el chavo de a mil”.
Con la pandemia tuvo que trabajar por las noches también para seguir manteniendo a su familia porque las ventas bajaron mucho.
“Uno de mis sueños era comprar un terreno o algo, porque me estaba yendo un poco bien, pero viene la pandemia y me baja la venta, empieza a bajar mucho, nos sacan de palacio Municipal porque no podíamos vender, de varias oficinas también y de vender 30 bolsas vendía cinco bolsas diarias, para mantener a mi familia y tener algo, yo me iba de 10 a 12 de la noche a vender cigarros para llevar algo a la casa”.
Alejandro se considera una persona inquieta, siempre busca estar caminando y trabajando, sin importar lo cansado que pueda estar. Su jornada empieza a las 6 de la mañana y a las 10 ya está caminando sobre el centro de la ciudad.
“Yo me veo a los 60 o 65 años trabajando, activo, a mi me motiva la gente adulta que tiene 70 y 80 años y anda vendiendo, arreglada, una persona la veo y anda activa y luego yo me siento cansado y digo, ‘yo quiero ser como esa persona, echarle ganas”.
Los años que lleva como comerciante lo han hecho aprender que siempre debe tener una buena actitud y buena cara, los problemas se deben quedar en casa y dar lo mejor de sí, para que los sueños se hagan realidad.
“Pero también yo te voy a tratar como tu me trates, hay mucha gente que dice el cliente siempre tiene la razón, pero no es cierto, yo valgo, tengo un valor, me cuesta hacer mi producto, si tu me tratas mal yo te voy a tratar mal, si tu me tratas bien, es el trato que vas a recibir”.