Al interior de su hogar, en cada esquina que se mire, hay un color distinto. Figuras que despiertan asombro e incredulidad por su elaboración y los detalles que les componen, así como sus tamaños y la complejidad que reflejan sus texturas.
Todas ellas, producto del trabajo artesanal de Eva María Fouché Mellado, quien, desde muy pequeña, ha perfeccionado la técnica de tejido que le ha llevado a tener sus propias creaciones en crochet, desde respaldos para sillas, hasta personajes como los amigurumis y su reciente decoración navideña.
"El tejido lo aprendí desde pequeña. Estuve en un colegio de monjas donde nos enseñaban técnicas como esta, y poco a poco fue así como dediqué tiempo, empezando por los respaldos de las sillas, que son como sus 'ponchos', hasta crear unidades más grandes, como el árbol de Navidad, el cual empecé a tejer desde junio hasta ensamblarlo en octubre.
"La estructura la hizo mi esposo. Como ingeniero, me dio las medidas exactas para ir formando el tejido de los 'grannys', que al final fueron 300 en total, sobre la estructura de 3 metros con 20 (centímetros), que está hecha de manguera, alambrón y PVC", indicó Eva María.
Además del árbol, destacan las piñatas, forros para cojines, una serie de focos y un reloj funcional, cuyas manecillas señalan la hora actual, siendo este otro de los trabajos que ha realizado en conjunto con su esposo.
El gusto y pasión por el crochet lo transmite a su familia, quienes forman parte de su proceso, desde el aspecto creativo hasta el material. Dinámica que han adoptado para respaldarse en todo momento, independientemente de cuál sea el trabajo o tarea que tengan planeada llevar a cabo.
Asimismo, el crochet ha servido de manera terapéutica para Eva, quien comparte la grata sensación que evoca el hecho de tejer cada una de sus creaciones, sin importar el tamaño y el grado de complejidad de cada una.
"Todo esto lo hago porque me gusta, me apasiona el tejido. De alguna manera, me ha servido hasta como terapia, porque me aporta tranquilidad y concentración, sobre todo después de la pandemia, ya que tuvimos que 'frenar' varias de nuestras actividades.
"Resultaba curioso, porque es una técnica que requiere todo lo que sentía que me hacía falta trabajar, y es justo lo que me ha brindado, mucha calma. Al terminar, veo mis creaciones y me da una alegría inmensa por lo bonitas que quedan. Me quedo con una sensación de orgullo tremendo", agregó.
Al verse involucrada su familia, Eva es consciente que cada uno de los integrantes conforman los hilos de su red de apoyo, motivándola con ideas nuevas e incluso más ambiciosas que estimulan su creatividad.
Entre ellas, destaca la posibilidad de hacer una figura monumental que aún mantiene como proyecto en "borrador", ya que implicaría dedicar mucho tiempo para que la meta se cumpla tal y como lo tiene pensado.
"Mi familia es un gran apoyo, incondicionalmente. Sobre todo mi esposo, que me ayuda con todas mis 'locuras'. De hecho, me propuso hacer algo más grande. Me dijo que el cono que soporta el árbol, puede ser una de las puntas de una piñata monumental. Y, no me lo van a creer, pero sí me dejó pensando en hacerlo.
"Si el árbol mide 3 metros con 20 centímetros por sí solo, imagina el tamaño de la piñata que se tendría que elaborar. Para finalizarla, tendría que empezar desde 'ya'. Todavía sigue en 'veremos', pero no descarto la idea de poder hacer algo mucho más grande", reveló.
La preservación de costumbres y tradiciones, así como el significado que guarda entre sus tejidos, son los aspectos que Eva María busca imprimir en cada una de sus creaciones, en las cuales se ve materializado el esfuerzo y soporte de la familia Zúñiga Fouché.
Foto: Patricia Morales.
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