Don Fernando García tiene 66 años y desde los 14 trabaja como pescador, oficio al que le tiene cariño pese a haber sufrido un naufragio y otros incidentes debido a fallas mecánicas en su embarcación.
Jarocho de nacimiento, don Fernando es la tercera generación de su familia que sigue este oficio, el cual ya desempeña su hijo y espera también sus nietos continúen con la tradición.
“A los 14, 15 años me inicié como buzo y pescador, actualmente tengo 66 años y sigo siendo pescador; mi embarcación es la Tonina III, está registrada y sigo saliendo a pescar todavía”, cuenta con orgullo.
En más de 50 años dedicándose a la pesca, don Fernando ha navegado por diferentes lugares, no solo en la costa de Veracruz, Boca del Río y Alvarado, también ha salido hacia el norte del estado, en Tuxpan y Tamiahua, y hacia el sur ha llegado hasta Roca Partida.
Entre los incidentes que ha vivido realizando su oficio, se encuentra el haber naufragado junto con otros tres pescadores, experiencia a la que sobrevivió y pudo contar a sus hijos y hoy a sus nietos.
Recuerda que fue un jueves 21 de septiembre de 1981, cuando su embarcación naufragó, los
cuatro tripulantes quedaron a la deriva por un evento de norte que se adelantó y los sorprendió en alta mar.
Los cuatro pescadores habían llegado a un lugar conocido como la Anegada donde pretendían sacar producto, pero al observar en el cielo mal tiempo se dirigieron a la Isla de Santiaguillo, ubicada al este de Veracruz y al norte de Alvarado, donde pretendían refugiarse ya que el tiempo de navegación para regresar a Veracruz era de una hora y media.
Sin embargo, relata que no pudieron llegar, el mal tiempo los alcanzó y volteó la embarcación.
“Nos agarró un norte huracanado yendo hacia Santiaguillo, que son aproximadamente una hora y media hacia el este de aquí donde estamos. Estaba pronosticado de un día para otro y entró con mucha anticipación el mismo día”.
“Se volteó mi embarcación, éramos cuatro tripulantes de los cuales nos quedamos dos, me quedé con uno de los que no sabía nadar y los otros dos nadaron hacia Santiaguillo que lo teníamos muy cerca”.
Don Fernando quedó a la deriva en alta mar tres días junto con su compañero que no sabía nadar.
“A la persona le amarré un garrafón en cada brazo para que no se me ahogara y aguantáramos e irnos con la corriente y nadar un poco. Demoramos tres días para salir, salimos al Alto Simón”, comentó.
Durante los días que permaneció a la deriva trataban de comer lo que podían.
“Son tres días que estuvimos en el agua, ahí no hay alimentación, lo que veías te comías, las yerbitas, nos comíamos el sargazo, nos comíamos una jaibita, lo que veíamos, pero nada más a chupar porque se secaba el paladar, pero si aguantamos tres días.
“Si se aguanta, que dicen que no aguanta uno sin comer un día, es una mentira, un servidor estuvo tres días y aquí estoy todavía”.
La madrugada del tercer día él y su compañero lograron llegar a la orilla, a la altura de el Alto de Simón, adelante de Alvarado, ahí esperaron la mañana caminaron un cerro hasta llegar a un camino donde el quinto autobús que pararon aceptó subirlos pues por su apariencia cree que pensaban eran delincuentes.
Confiesa que durante esos tres días en alta mar pensó que quizá no saldría del mar con vida.
Al llegar a su casa la sorpresa también fue para su familia quienes pensaron se había ahogado.
Don Fernando señala que la vida en el mar no es sabrosa, como dice la canción. Menciona que en el Mar se sufre, están expuestos a fenómenos meteorológicos, tormentas, nortes, surcadas. Sin embargo, después de esta experiencia volvió al mar porque afirma la pesca es su vida.
“Es mi vida, mi gusto, mi hobbie, mi trabajo, mi todo. Ahí voy a quedar en el mar”, expresó al comentar que seguirá trabajando en la pesca hasta que su salud se lo permita.