TORITOS La tradicional bebida nació en los campos del Sotavento, entre jornaleros, el alcohol de caña y sus aguas de frutas
En un pueblo de pescadores como era Boca del Río en 1930, se encontraba una tienda que vendía cremas y licores, exactamente en la calle Revolución número 410, a una cuadra del parque principal, en ese lugar se generó una inercia de verbena popular sobre todo los domingos.
La gente iniciaba el recorrido tomando toritos en la cantina ‘La
Chata’ después se cruzaban a bailar danzón a la sala de baile Copacabana, posteriormente cuando el hambre apretaba pasaban al restaurante “El Recreo” de la esquina por unas empanaditas o un tamal. Así eran las tardes, bailar danzón y tomar torito.
La primera cantina de Boca del Río inició como una tienda de raya del abuelo de Lorenzo Montalvo, actual propietario de Toritos La Chata.
El abuelo heredó el negocio a la mamá de Lorenzo, quien desde pequeña empezó a trabajar en la tienda cuando tenía apenas 13 años.
Al bajar las ventas en la tienda de raya Rosa María Iglesias conocida como la ‘Chata’ comenzó a dedicarse a vender más el producto del torito y la bebida.
Por los años 70 a Rosa María se le ocurrió comercializar el torito de cacahuate porque descubrió que podía funcionar como producto turístico.
El torito es un producto veracruzano de la región del Sotavento que se hacía de limón o de frutas de la temporada.
El nombre de ‘toro’ surgió del campo, ya que los jornaleros trabajaban 8 horas, sin embargo por el tipo de trabajo pesado, algunos debían continuar el siguiente turno por lo que recurrían al agua de frutas que traían y le agregaban alcohol de caña.
Al tomárselo exclamaban ‘¡Oye me siento fuerte, tan fuerte como un toro¡’, de ahí nace el nombre de torito a esta bebida que los hacia redoblar sus labores.
El secreto para un buen torito
La Chata comenzó con el torito de cacahuate, y con el paso del tiempo implementó más sabores, ahora hay siete diferentes.
Lorenzo Montalvo desde pequeño se adentró al mundo de la cantina, su mamá le transmitió el secreto de la consistencia exacta para un buen torito.
Revela que debe ser cremoso, saber a la fruta, no debe pasar de ciertos niveles de alcohol porque luego quema la garganta, debe ser agradable al paladar.
Para conocer un buen torito la persona debe poder tomarse dos vasitos porque funciona como digestivo o aperitivo.
El orgulloso dueño expresa que en su local no manejan químicos todo es artesanal o natural, hecho en casa por gente de la misma familia.
La mezcla para realizar el producto es difícil si no se tiene cuidado pues se puede cortar la leche, tal como alguna vez le pasó al mismo Lorenzo, pero la práctica hace al maestro.
Ahora se elaboran desde 100 litros en temporada baja hasta 2 mil litros en temporada alta.
Para el festival de Santa Ana en Boca del Río se regalan mil litros de torito para que la gente lo conozca, ya que la publicidad más importante es la de boca en boca.
Con el cierre de la calle a la circulación vehicular se incrementó un 30% las ventas del torito. La gente que transita caminando aprovecha para comprar esta bebida tradicional.
El local está abierto de lunes a viernes de 10 de la mañana a 10 de la noche para que pueda deleitarse con esta bebida que como su nombre lo indica vuelve las fuerzas al cuerpo.
De Veracruz para el mundo...
El propietario dijo que sus toritos han visitado muestras gastronómicas en gran parte del mundo, como Panamá, Centroamérica, Costa Rica, Estados Unidos y España, en éste último país les gustó tanto el producto que quisieron comprar la franquicia pero Montalvo no lo considero pertinente.
Los planes a corto plazo es invertir en la remodelación del local, de la fachada y de cambiar el sistema de toritos a frappé con máquinas especiales para modernizarse a los nuevos tiempos.
Lo único que no piensa cambiar son los sabores, la textura, la calidad y la consistencia de la mezcla.
“No cambiaremos los sabores para que la gente siga creyendo en nosotros, en un producto tan veracruzano como son los toritos de Boca del Río”. culminó.