México alberga diversas zonas arqueológicas que cautivan a los amantes de las antiguas civilizaciones. Junto a Chichén Itzá y Teotihuacán, El Tajín, en el estado de Veracruz, se destaca como un sitio emblemático de la cultura totonaca, floreciendo entre los años 600 y 1200 d.C.
El Tajín continúa siendo un punto de referencia para entender las culturas prehispánicas de Mesoamérica, fascinando a quienes exploran el sitio.
Al igual que otras zonas arqueológicas en México, El Tajín atrae a miles de visitantes, quienes quedan maravillados ante los vestigios de civilizaciones que alguna vez fueron ejemplos de vida en tiempos pasados.
Entre sus estructuras impresionantes, la Pirámide de los Nichos se erige como un símbolo, con 365 nichos que sugieren una conexión con el calendario solar.
Antes de su descubrimiento, la pirámide yacía oculta bajo la naturaleza circundante.
La revelación de este tesoro arquitectónico ocurrió en 1785, durante el virreinato, cuando Diego Ruiz, un ingeniero, realizaba labores para detectar plantíos clandestinos de tabaco en la zona.
En medio de su tarea, Ruiz encontró accidentalmente la Pirámide de los Nichos, oculta entre maleza y la densidad de la selva.
La noticia de este descubrimiento llegó a la sociedad mexicana a través de La Gaceta de México, una de las primeras publicaciones periódicas en el país, considerada hoy como el primer periódico oficial de Nueva España.
El martes 12 de julio de 1785, publicó un artículo acompañado por la primera ilustración oficial de la pirámide, creada por un artista identificado como "García".
La representación mostraba la estructura limpia para una mejor apreciación por parte de los lectores.
La revelación en La Gaceta de México no solo despertó el interés local, sino que atrajo la atención de eruditos de todo el mundo. Este evento marcó el inicio de un reconocimiento global de la Pirámide de los Nichos.
El legado de La Gaceta de México persiste en bibliotecas y archivos históricos, sirviendo como un recurso invaluable para comprender la evolución de la prensa en México y ofreciendo una ventana a la vida y actitudes de la época.
La importancia de El Tajín no se limita a este descubrimiento; el sitio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992, alberga un complejo ceremonial que incluye edificios, juegos de pelota y esculturas que reflejan la vida y creencias totonacas.
Además de su atractivo turístico, El Tajín es un centro de investigaciones históricas y arqueológicas.
El Festival de la Cumbre Tajín, celebrado anualmente, fusiona la cultura contemporánea con las tradiciones totonacas, presentando rituales, danzas y talleres artesanales.